viernes, 28 de noviembre de 2008

“La agenda política se rindió ante los grandes medios”


En el encuentro realizado el pasado lunes, el titular del COMFER Gabriel Mariotto ratificó la voluntad oficial de avanzar en la modificación de una legislación que favorezca el pluralismo, la democratización de los medios y atenúe la concentración. Participaron también Martín Granovsky y Tato Contissa.

La nueva ley de Radiodifusión, luego del cimbronazo de la 125, parece haber quedado en el olvido para el gobierno de Cristina Kirchner. Sin embargo, muchos actores importantes de la comunicación afirman lo contrario: que el proyecto no está muerto y que la ley hay que militarla y discutirla para crear las condiciones para su presentación y posterior aprobación. Es increíble que después de 25 años de democracia y el avance de las comunicaciones todavía Argentina se rija por una ley de la Dictadura militar genocida.

Entre los que creen que la batalla recién comienza están el interventor del COMFER, Gabriel Mariotto; el titular de TELAM, Martín Granovsky, y el periodista de Radio Cooperativa y colaborador de ZOOM, Tato Contissa. Los tres participaron de una concurrida charla debate organizada por el Movimiento Patria para Todos en ATSA donde expusieron sus opiniones y conceptos para llegar a lo más ansiado: una Nueva Ley de Radiodifusión.

El primero en tomar la palabra fue Contissa. “Por esta ley tenemos un pueblo que en lugar de ser actor resulta espectador y en este punto crucial debe iniciarse un debate. Y así convertir a ese espectador en actor de nuevo, porque si la naturaleza del hombre sigue siendo la misma, esta cuestión no debe ofrecer ninguna dificultad”.

“La opción es mercado o cultura -amplió Contissa para dejar en claro su posición- y si queremos tirar para el segundo palo de esta opción tenemos que dejar de ser espectadores y no esperar que todo surja de la decisión política de un gobierno. Hay que saber acompañarlo con una actitud militante”.

Luego soltó una perlita sobre la verdadera cara de los medios concentrados cuando contó el siguiente episodio. “En un encuentro que hizo Avelino Porto en la Universidad de Belgrano a principios de los noventa, Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, dijo: la función de los medios no es la verdad sino la noticia. La verdad es un asunto de los historiadores y los medios tenemos el derecho de disputarle a la política la mediación”.

Evitar la concentración, garantizar la diversidad cultural

Martín Granovsky puso énfasis en la articulación de la política y la militancia para lograr el objetivo de sacar la ley. Y profundizó el concepto cuando describió: “Ley como marco, política como necesidad y militancia articulada a la política desde el Estado. Y si no existe esta interacción entre el Estado, las organizaciones sociales, la militancia política y los diferentes actores, el riesgo general es que será muy difícil su sanción, ya que es una ley que básicamente tiende a evitar la concentración y a garantizar la diversidad cultural”.

Para el titular de Telam, con aprobar la ley no alcanza ya que “corremos el riesgo de que en la práctica no sea cumplida porque justamente las condiciones de mercado llevadas a su libertad más absoluta, y sin políticas posteriores, será solamente un cambio de ley que nos costará mucho pero no se verán los beneficios”.

Granovsky no suscribe la idea de que los avances tecnológicos democratizan en sí mismos: “también pueden significar concentración. Se van a democratizar los medios si lo empujamos nosotros. Por eso estamos comenzando de otra manera: con el debate y no con el envío de la ley. Esta situación nos obliga a construir política. La idea es que con esta nueva ley haya espacio para todos. El punto es que el espacio para todos, sea realmente para todos y no para los mismos, lo que sería una ficción. La nueva ley no es antimedios. Si así lo planteamos, perdemos aunque ganemos en el Congreso. Social y políticamente, ese es un riesgo”, concluyó.

“La agenda política se rindió ante los grandes medios”

Para el Interventor del COMFER, la clave está en que “la política y la militancia tienen que dar la batalla para que lo nuevo nazca democratizado y repartido de forma que todo el mundo pueda tener voz y opinión. Todos los sectores se tienen que sentir representados y por eso es el momento de la Nueva Ley de Radiodifusión. No solo para salir del corset censor de la dictadura militar, sino para que el paradigma de hoy, que es la digitalización, esté democratizado. El Estado es el único que lo puede garantizar con otra ley”.

Según la visión de Mariotto, “la agenda política se rindió ante los grandes medios y les cedió las iniciativas. Ahora, después del 2001, al estar la política en el centro de la escena, debe recuperar una legislación que logre que todos los ciudadanos tengan libertad de expresión. De otro modo, volvemos al viejo concepto que definió Jauretche en la década del ‘60: libertad de prensa o de empresa. La libertad de prensa es una decisión empresarial con un grupo de profesionales periodistas a bajo sueldo que intenta conformar al patrón. Entonces debemos perseguir la libertad de expresión”.

“Parece ya un hecho natural la concentración de medios en Argentina -amplió Mariotto- y es muy difícil democratizar cuando hay un Estado que se retiró porque la política se entregó a los medios de comunicación. También eso nos llevó a esta crisis”.

Una de las consecuencias de la concentración deriva, según Mariotto, en la manipulación de la realidad. “La estigmatización que realizan los medios con toda manifestación popular y la sumatoria de poder atenta contra una construcción colectiva y natural de los pueblos. ¿Cómo hacemos para reconstruir esta situación sin los medios?”, se preguntaba el interventor del COMFER a modo de reflexión general.

En el final, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de Lomas de Zamora dejó claro el compromiso del Gobierno y convocó a seguir militando por una nueva Ley. “Tenemos todas las herramientas y la voluntad política para construir las condiciones objetivas del tratamiento en el Congreso. Un grupo de compañeros que en la Universidad de Buenos Aires dan un seminario de democratización de la comunicación, otro grupo de compañeros hablando de estos temas en el gremio de Sanidad, son un grano para los medios. Entonces la forma es construir desde abajo, como marca la Biblia de Zitarrosa”.

www.revista-zoom.com.ar/articulo2834.html

Por Roberto Koira para Revista Zoom

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Opiniones sobre el fallo de libertad sindical


"Una cuota de realismo al mapa del sindicalismo actual"

Alberto José Robles es abogado, profesor de Derecho del Trabajo (Universidad de Buenos Aires), miembro del Instituto del Mundo del Trabajo dirigido por Julio Godio y coautor, junto con Godio, del libro El tiempo de CFK.

Este fallo pone una cuota de realismo al mapa del sindicalismo actual y desnuda las limitaciones de la ley vigente. Esto va de acuerdo a las disposiciones de la OIT. Los efectos inmediatos sobre esta medida pueden llevar a mecanismos que generen fragmentación sindical. Este fallo no significa una solución, ya que puede crear un paralelismo sindical, pero abre la posibilidad de establecer grandes reglas.

Debe ser la llave para un acuerdo entre la CTA y CGT y que esto derive en una ley nueva que rija al sindicalismo argentino. Además, así lo ordena la OIT, ya que no debe existir una ley sin el consentimiento de los sindicatos. En el 2000 hubo un preacuerdo entre ambas centrales donde se avanzó muchísimo y hay que retomar ese camino. Así se puede llegar a una síntesis donde haya fortaleza, libertad y unión sindical, es decir un punto de equilibrio para no caer en la dicotomía de elegir entre falta de poder o falta de libertad.

Por Roberto Koira para Revista Zoom

Opiniones sobre el fallo de libertad sindical


"La Corte no parece defender los intereses de los trabajadores"

Omar Plaini es secretario general de SIVENDIA (Sindicato de Vendedores de Diarios), integrante de la CGT.

Este fallo genera cierta preocupación porque es el triunfo del individualismo sobre el colectivismo sindical, aunque respete la resolución 87 de la OIT con respecto a la elección de un delegado. En nuestro gremio, cuando llegamos, había muy poco delegados y en poco tiempo sumamos a cientos porque el delegado es la base. Me parece absurdo elegir un delegado que no pertenezca a un gremio, ya que no se sabe a quién responde, y puede ser que lo haga para la patronal. Cuando se elige a un delegado votan todos, pero va alguien que está afiliado y eso está dentro de las reglas. Y no necesariamente esto lleve a una mayor democracia sindical, ya que hay un gran pluralismo en Argentina.

Este es un fallo liberal emitido en un contexto extraño, en el que se toma como antecedente una ley de la época de la dictadura de Onganía. Y lo que hace es poner una piedra en la relación entre la CGT y CTA cuando empezábamos a transitar juntos y defender posturas en común como en los casos de Aerolíneas, las AFJP o ahora con las ART. Además, en esta Corte hay personajes como Fayt, que es decididamente antiperonista, por eso hay que ser cuidadosos ya que esto no apunta al colectivismo sino al individualismo. La Corte no parece defender los intereses de los trabajadores, así que hay que estudiarlo bien.

Por Roberto Koira para Revista Zoom

Opiniones sobre el fallo de libertad sindical


"Por algo las empresas están preocupadas"

Francisco Nenna es secretario general de UTE, trabajadores de la Educación en la CTA.
Para nosotros, este fallo da pie a la posibilidad de que se reconozca a nuestra central y no es verdad que permitirá la fragmentación, sino que llevará al reconocimiento de gran cantidad de delegados. No es una medida que nos lleve a la confrontación, ya que no cambia las realidades actuales, pero lo que sí ratifica es el pedido de personería de la CTA, que tiene legitimidad y hasta legalidad. El siguiente paso del gobierno tras el fallo es darnos la personería gremial, que nos pondría más cerca de la realidad de América Latina donde prima la pluralidad sindical. Esto afianza la defensa de los trabajadores ya que fortalece la diversidad que permite el crecimiento del movimiento obrero. Este fallo permite el reconocimiento de delegados y nuevas organizaciones, lo que no es negativo: por algo las empresas están preocupadas.

Por Roberto Koira para Revista Zoom

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Presentacion del libro "La Noble Ernestina" de Pablo Llonto



Editorial y Distribuidora Independiente Punto de Encuentro, invita a Ud a la presentación del libro de Pablo Llonto "La Noble Ernestina" versión actualizada.
La misma se realizará con la presencia del autor, el día martes 25 de Noviembre a las 18 hs.
Esquina Homero Manzi, San Juan y Boedo, Ciudad de Buenos Aires.



Si hubo quienes consideraron exagerada la hipótesis deslizada en la primera aparición de “La Noble Ernestina” en 2002, los sucesos de los últimos meses durante la presidencia de Cristina Kirchner confirmaron que la frase “Nadie puede gobernar la Argentina sin el apoyo de Clarín” forma parte del quehacer político de la Argentina.

Casi invisible para la mayoría de los argentinos, la mujer más poderosa del país y dueña de una de las mayores fortunas de Latinoamérica, sin embargo, no ha podido desprenderse de una investigación que la persigue desde hace más de una década y que marcará para siempre su fama: las maniobras que culminaron en la adopción de dos bebés durante la última dictadura y que, según confesó en una carta de su puño y letra, podrían ser hijos de “víctimas de la represión”.
De cómo una intrascendente bailarina de flamenco conquistó al dueño del diario Clarín y, luego de la muerte del esposo, logró desplazar al resto de la familia para quedarse con una empresa en ascenso, trata la primera parte de este libro que en poco tiempo se transformó en un clásico para periodistas y estudiantes de comunicación.
De cómo aquella dama sin conocimientos políticos ni periodísticos llegó a convertirse en el cuarto poder de la Argentina y en la dueña del más grande imperio mediático de Sudamérica se ocupa la segunda parte de una obra que supo defenderse de los ostracismos y silencios a los que fue condenada por la gran prensa.
Para quienes consumen Clarín, Canal 13, Radio Mitre, Cabelvisión, Multicanal o de alguna manera se encuentran atrapados en la telaraña del monopolio, este libro resulta un manual de ayuda. Para el imaginario ciudadano que nunca nada tuvo que ver con Clarín, quizás la curiosidad lo devore y…pase a la lectura.

jueves, 13 de noviembre de 2008

“El kirchnerismo es una ilusión de muchas personas con escasos vínculos entre sí”


Sidicaro sostiene que “una Argentina desintegrada ya no da para el peronismo” y que en una época de disolución de partidos es difícil crear uno. El sociólogo e investigador del CONICET afirma que para generar la nueva política hacen falta foros de participación, que la deuda del kirchnerismo es la construcción política y ejemplifica: “Si me preguntás los nombres de cinco cuadros kirchneristas, no te los puedo dar.”

Es uno de los analistas más minuciosos del peronismo en todas sus etapas históricas. La mirada del sociólogo Ricardo Sidicaro, autor del libro Los tres peronismos, va más allá de lo circunstancial. REVISTA ZOOM recorrió con él los laberintos del pasado, presente y futuro del movimiento de masas creado por Juan Perón hace más de 50 años, focalizando en el presente.

—¿Este parlamentarismo de hecho, es un estilo nuevo?

—Debe enriquecerse la discusión, y eso significa deliberación. El parlamentarismo permite sacar decisiones mejores. Si no se delibera, no hay decisiones colectivas, necesitás genios, y eso no hay en política. Perón fue un genio en política porque tenía cabeza de estadista, pero fuera de este caso, no veo genios. Consultando con la almohada no se va a ningún lado.

—¿Qué tiene de peronista el kirchnerismo?

—Esta definición a algunos les molesta y a algunos les gusta: el peronismo fue, fundamentalmente, una construcción política hecha desde un Estado sólido con un proyecto de planificación importante y un respaldo fuerte en las clases populares, pero no bajo cualquier forma sino con un fuerte imaginario sindical industrial.

—El peronismo creó ese Estado y a esa clase obrera.

—No, eso nos quieren hacer creer los agoreros del peronismo. El Estado, en realidad, lo empiezan a crear los conservadores en 1930, quienes fundan un importante aparato estatal, y en ese Estado pudo alojarse el peronismo y la gente que lo formó. Y como nunca tuvo tiempo para deliberar, lo que tuvieron en común fue la idea de que con el Estado iban a construir la Nación y esa es una de sus grandezas, no cabe ninguna duda. Después, lo fueron haciendo trizas los libertadores del ‘55, el Proceso que llevó eso al paroxismo. La democracia naciente no tuvo ninguna preocupación por la idea del Estado. No estaba presente en la agenda radical, el menemismo lo licuó, y la Alianza hizo lo mismo, entonces hoy no puede haber un peronismo asentado en el Estado. Por eso hay presidencialismo, porque se absorbe todo en una figura. Perón lo podía hacer con su carisma, fenómeno que se produce en sociedades compactas, no en las fragmentadas. En las sociedades compactas, más sólidas, aparecen los jefes carismáticos.

—¿Entonces?

—El kirchnerismo es una ilusión de muchas personas con escasos vínculos entre sí. En el peronismo, los vínculos eran fuertes: la fábrica, el mundo del trabajo, el pleno empleo. Y por arriba de eso, teníamos la capacidad de Perón para organizar, elegir, seleccionar, cercenando algunas libertades públicas, desde una visión tecnocrática de la política, pero a los efectos de llevar a adelante una política de justicia e integración social. Todo eso lo hizo al peronismo tan fuerte, pero desde el ‘55 en adelante comenzó a dilapidar esa popularidad.

—¿La empezó a perder?

—Sí, en el peronismo del ‘73, el de la vuelta de Perón, cada uno lucha por su parcela, y eso lo llevó al desastre.

—Volviendo a su concepto anterior, ¿no hay una diferente naturaleza en el Estado que creaba el peronismo, como regulador de la economía?

—El Estado de los conservadores buscaba regular la economía, y lo que le incorporó Perón fue la parte del bienestar, lo público, por lo cual no es el mismo, no cabe duda. Pero me interesa señalar la diferencia, porque muchos guitarreros del peronismo dicen que antes estaba el Estado liberal y no es así, ya se estaba constituyendo un Estado regulador. Perón llega a la Secretaría de Trabajo y Previsión, que tenía sede en Buenos Aires, y la construye como una cuestión nacional, con agencias en todo el país. Eso es construir Estado. Esa idea le dio una solidez, un proyecto, a mucha gente que venía de lugares muy distintos, del conservadorismo, del socialismo, independientes, y como en todo movimiento político, cada uno salió a tironear por lo propio. La idea de que el Estado homogeneizaba fue una virtud del peronismo.

—Antes se juntaron conservadores, socialistas, independientes. Ahora hay muchos ex menemistas…

—El kirchnerismo ha hecho un esfuerzo importante para tratar de sumar fragmentos, más allá de que sean menemistas o no, porque las Madres no lo son, tampoco los muchachos de D´Elía o Pérsico. El primer pacto, entonces, fue sumar fragmentos que se mantenían relativamente separados de esa primera construcción política a los que ellos llamaban el pejotismo. La mejor definición del PJ la dio Kirchner cuando dijo: “Es una confederación de jefes provinciales sin ideas”. Y esto lo dijo porque él viene de adentro, sabe que se manejan con el presupuesto público, y también sabe que son resbaladizos, sinuosos, se van en cualquier momento…

—Ahora Kirchner se está apoyando en esos mismos actores del PJ.

—Kirchner hizo el intento de construir la transversalidad, pero no es fácil convocar gente que no te venga a pedir cosas. Entonces cuando empieza a ver quiénes pueden venir, se da cuenta que son muy pocos, y los que llegan vienen pidiendo cosas. Seguramente Kirchner habrá creído que podía salir más, pero en una época de fragmentación llegan jefes, caciques sin indios, y eso no suma votos. En estos años, con los Kirchner hubo una ganancia considerable en muchos aspectos y esto se puede desinflar si no se lo apuntala con una fuerza política capaz de deliberar y discutir. Es proponerle a la sociedad un estilo nuevo de relaciones con lo público.

—La política actual se basa en representaciones personales, gente que se mueve con cierta habilidad, sin nadie atrás...

—Exacto, no tienen nada atrás y además hoy la gente desconfía de la política. En algunas encuestas, cuando se pregunta a los ciudadanos si creen en los dirigentes políticos, el 80 % dice que no, y ahí incluyen a los dirigentes. Este fenómeno abarca todo el mundo occidental. Si en el mundo entero no se cree en la política, al menos hay partidos donde la gente tiene su participación. En Argentina no hay partidos como lugar de participación política, son un dibujo. Se calcula, según el registro electoral, que 8 millones de personas están afiliadas a partidos políticos, y eso está dibujado. Así los dirigentes políticos no tienen la confianza del ciudadano, ni el aparato. En Italia, las encuestas marcaban que la gente tampoco confiaba en sus líderes partidarios, pero los aparatos eran poderosísimos. Y los dirigentes no tienen relación con el cien por cien de la población sino con esa parte de la sociedad que está adentro de los aparatos.

—En una entrevista para el diario La Nación, usted mostró cierta desconfianza con las encuestas. Mas allá de eso, ¿se están creando condiciones como para que los argentinos tengamos la oportunidad de barajar y dar de nuevo?

—Hoy la política tiene mucho descrédito frente a la sociedad, y eso repercute después en la no construcción de aparatos políticos. Esta situación lleva a que las decisiones las toman dos o tres personas, y eso está mal. A mí me convocaron en un momento y estuve conversando con una persona de muy alta jerarquía gubernamental, quien me comenta que Kirchner quiere hablar conmigo a propósito de un reportaje mío que leyó. En la larga charla que tuvimos previa al encuentro con el presidente, en un momento le pregunto cómo se tomaban las decisiones y me contestó: “Le comentamos a Néstor que nos parece tal cosa; primero nos dice salí de acá, eso no va, y quince días después me dice: vos sabes que lo estuve pensando y me parece que es así”. Entonces yo le expliqué al funcionario que si las decisiones se tomaban de esa manera, se iban a los caños. Este es un país complejo donde una parte de la sociedad quiere otra cosa. Esa gente quiere que no se tomen decisiones así, y por allí pasa la discusión actual.

—¿Esa demanda incluye al PJ?

—El kirchnerismo hizo la demostración de que, en las elecciones de Cristina, había que recostarse en el PJ. El peronismo tiene 40% de sufragio histórico, y Cristina sacó el 45%: los aliados no le dieron nada. No sé cómo lo pensaron en la plana mayor, pero ahí se dieron cuenta que los aliados no le sumaban nada y solo pedían cosas e independientemente de cualquier aliado, la política de Kirchner le sumó ese 5%. Esto lo llevó, potenciado luego con la discusión de las retenciones, a reforzar el vínculo con los gobernadores basado en el intercambio de favores. Ahora, si se va a construir una nueva política esa no es la vía, pero si se trata de mantenerse en el gobierno, que es la obligación del que llega al poder, ese es el camino. Para mí, para crear la nueva política, hacen falta foros de participación.

—Kirchner en un momento amagó, y se quedó en el intento…

—Creo que se les ha hecho muy difícil. Antes de las elecciones del 2003 tuve posibilidad de conocer a algunos dirigentes kirchneristas y me gustaban las ideas que tenían, muchos de ellos pensaban que se podía construir un aparato y una política propia, pero no es fácil. Cuando estás en el ejercicio del poder, que desgasta, la construcción política se hace más dificultosa ya que empezás a tener vínculos con los mercenarios, no dicho en términos peyorativos: las personas que vienen a pedir cosas, la agencia de empleo.

—¿La nueva política necesariamente debe surgir de los dirigentes?

—El problema es que el envión en gran parte lo perdieron, sin embargo tienen la ventaja de que no hay oposición.

—¿El kirchnerismo ya dio todo lo que podía dar?

—No, el kirchnerismo salió como un ciclón y se acostumbró a gobernar sin oposición. Eso tiene que ver con cómo se había gobernado en Santa Cruz y en las condiciones de destrucción que se hallaba Argentina en el momento de asumir el poder. La situación del campo fue el primer obstáculo. El kirchnerismo no supo manejar y gestionar un conflicto, y ahí se divorció con una parte de la opinión pública, pero sobre todo se perdió consistencia hacia adentro. Algo pasó y lo veo por los personajes que van tomando distancia, como es el caso de Jorge Ceballos. Se debilitaron y no quiere decir que se les cerró el período, ya que tienen mucho por delante, pero habían empezado muy bien para una construcción política y acá en Argentina hay mucha gente para el debate político.

—Ahora, si el gobierno consigue sacar la estatización de los fondos de las AFJP, lo va a poder hacer con los votos de los caciques peronistas provinciales que pedirán mayor coparticipación. Uno podría decir que, en fin, ese objetivo superior lo justifica…

—Estoy de acuerdo con esa recuperación y en ponerle fin a esa estafa de las AFJP, pero el problema está en la construcción política, en los cuadros políticos, y si me preguntás los nombres de cinco cuadros no te los puedo decir. Del tiempo de Alfonsín te puedo dar cinco, cien, doscientos, y si después terminaron defeccionando es otra cosa.

—La falta de dirigentes es un resabio de los noventa y parece un problema sin solución. No hay discusión, no hay formación, ni nuevos dirigentes.

—Estoy totalmente de acuerdo, aunque no creo que sea un tema de la psicología de los Kirchner. Hay una manera, creada en los noventa, de mercantilización de la política y de endeblez de los vínculos, fruto del menemismo, que introdujo el sistema de intercambios y esa es una cuestión muy complicada porque gente que podría ser capaz de aportar cosas se retrae para cuidar su puesto en el gobierno y se niega a una discusión que podría elevar el nivel de todos. La inclusión se crea en la deliberación. Esto es una lástima porque el kirchnerismo empezó muy bien, primero levantó la bandera de los derechos humanos, una cuestión fundamental, y se movió en una coyuntura económica que le resultó favorable con crecimiento y recuperación industrial. Con incorporación de sectores marginales: eso le dio un consenso y niveles de gobernabilidad importantísimos. Y los opositores estaban tan golpeados, después de la experiencia neoliberal, que empezaron a hablar de los problemas de la concentración del poder con su manera de manejar las decisiones, y ahí el kirchnerismo no supo crear partido. Repito: en una época de disolución de partidos es difícil crear uno.

—Usted habla de tres peronismos. ¿Este sería un cuarto?

—No llega. La Argentina desintegrada ya no da para el peronismo, que es una emoción de un país integrado, mientras que el kirchnerismo es una innovación política que puede ser comida por el pejotismo.

—¿Una emoción?

—El peronismo es básicamente una integración social fuerte, y cuando se da esta condición la gente tiene un sentimiento fuerte hacia la política. El dirigente político puede especular y pensar en sus problemas, pero se va a mantener o no, si siente la presión de la sociedad que tiene fuerte lealtad hacia un proyecto. En las sociedades fragmentadas no se dan esos procesos emocionales de lealtad. No es que los dirigentes son peores, sino que se sienten menos obligados éticamente. Entonces, no llevan adelante un proyecto a la altura de lo que exige la hora. Cuando se instaló, el kirchnerismo parecía que se planteaba dar vuelta la página del peronismo, y después advirtieron que eso no se puede hacer porque no te alcanza con gente que se suma a partir de intercambios, sino que hay que captarlos desde algo más sólido. La estrategia de Kirchner de sumar a los progresistas era buena, sin embargo se encontró con la limitación histórica de que entre los peronistas y los progresistas nunca hubo buena onda. A pesar de eso, Kirchner lo podía haber logrado porque estamos en una sociedad fragmentada donde no hay lugar para que se entrecrucen las opiniones. Pero para eso hacen falta muchos cuadros y un partido kirchnerista capaz de llevarlo adelante. El programa electoral del Frente para la Victoria era perfecto. Pero tenés que tener los cuadros para hacerlo. No pudieron, ni crearon las estructuras para eso.

—El peronismo original tampoco tenía estructuras...

—Perón era un líder carismático que creía entender lo que quería la gente, y la gente creía entenderlo. Es una confusión linda la que se arma. El peronismo demostró que es elástico y se las aguantó todas, si hasta sobrevivió a Menem y todavía sigue existiendo, vivito y coleando.

www.revista-zoom.com.ar/articulo2799.html

Por Roberto Koira para Revista Zoom