jueves, 23 de octubre de 2008

Una clase de dignidad


Las 100 horas de vigilia de los docentes frente a la Jefatura de Gobierno comenzaron con represión policial, y se amplificaron con un paro nacional y una marcha nutrida. Macri sigue negando el aumento salarial y la Legislatura busca una salida antes de las 48 horas de huelga anunciadas para los próximos días. Opinan los Secretarios Generales de UTE y ADE.

Llovía torrencialmente pero no importaba. La defensa de la educación estaba primero. El martes 21 de octubre los docentes empezaron a decirle basta a la sordera y la soberbia de Mauricio Macri, quien parece no haber asumido la Jefatura de Gobierno y continuar en la nebulosa de las promesas de campaña.

La represión desatada un día antes lo hizo posible. Miles de personas marchaban hacia la sede de Gobierno Porteño para decirle basta a la destrucción del sistema educativo. En ese mar de guardapolvos blancos, el tiempo también descargaba su bronca y se sumaba a las 10.000 asistentes que colmaron la Avenida de Mayo al 500.

El que no podía disimular su bronca era Francisco Tito Nenna, Secretario General de UTE (Unión de Trabajadores de la Educación), que se descargó con Revista ZOOM:

—Lo que pasó el lunes marca la política represiva del gobierno de Macri. Frente a una acción en paz, que significaban 100 horas de vigilia esperando respuestas al conflicto educativo, la respuesta fue una represión indiscriminada. La carpa estaba colocada para guarecernos del tiempo y el Gobierno de la Ciudad dio lugar a un fiscal para el traslado de la carpa. Esa fue la excusa de una represión indiscriminada que dejó a tres compañeros heridos. Esa misma tarde trajimos una carpa más pequeña para ratificar que hasta el jueves 23 a las 4 de la tarde vamos a quedarnos estas 100 horas en paz reclamando la resolución del conflicto educativo.

—¿Ustedes creen que para Macri la educación es algo secundario?

—El jefe de Gobierno va llevando adelante una política con mentalidad netamente empresarial, donde las políticas públicas no son responsabilidad del Estado, ni su prioridad como derecho social que es la educación. Por lo tanto, nosotros denunciamos la destrucción de la escuela pública, no solamente desde los salarios docentes, sino también por el no otorgamiento de becas a los alumnos de las escuelas secundarias, por la reducción de la cantidad y la calidad de las comidas y por las problemáticas de infraestructura con la subejecución presupuestaria. En definitiva, estamos planteándonos una desatención del sistema educativo por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

—¿La consideran una política adrede para destruir el sistema educativo?

—Sí, por supuesto, nosotros alertamos a toda la sociedad sobre la destrucción de las políticas públicas y en este caso la educación, que no es prioridad para este Jefe de Gobierno, a diferencia de lo que había dicho en campaña.

—¿Macri apuesta al desgaste en este conflicto?

—Nosotros estamos muy seguros, no vamos a ser espectadores pasivos de la destrucción del sistema educativo. Por lo tanto vamos a estar estas 100 horas aquí. Y si no ocurre nada, seguiremos peleando junto a toda la comunidad educativa porque nuestro objetivo es la resolución del conflicto educativo y no otra cosa.

—¿Qué consecuencia trae la represión del lunes?

—El agravamiento del conflicto, ya que Macri utiliza la represión en lugar del diálogo para responder. Hoy el Jefe de Gobierno, la Vicejefa y el Ministro de Educación son los responsables de la profundización del conflicto educativo.

—A este panorama también se suma la ausencia de docentes para los cargos educativos.

—Hay 500 cargos que no se han cubierto porque no tenemos docentes y más de 10.000 chicos no tienen clase. Eso ocurre porque los docentes están yendo a trabajar a la Provincia de Buenos Aires por la diferencia salarial que existe. Hay más de 15.000 chicos que están por dejar la escuela secundaria en los lugares más desfavorecidos, que son los que están sufriendo esta política de destrucción del sistema educativo.

—¿Por qué hay pocos alumnos en el norte y pocos maestros en el sur?

—En el sur faltan más de 7.000 vacantes para los chicos de las escuelas y jardines de infantes, hay aulas superpobladas. Mientras tanto, en el norte esto no ocurre. Lo que pasa es que hoy hay que pensar en mirar a la ciudad en su conjunto y no mirarla hacia un lugar solo.

La prehistoria del conflicto

Si bien la mirada sobre la situación conflictiva que atraviesa el magisterio está puesta desde la mayoría de los medios en el puro reclamo salarial, la disputa comenzó apenas iniciada la gestión del Jefe de Gobierno con su pedido a la Legislatura de una ley que eliminara las partidas para subsidiar a las cooperadoras escolares y le permitiera al ejecutivo contratar directamente la reparación de los edificios escolares aduciendo mayor velocidad y eficiencia en el gasto.

El resultado de esta suerte de “superpoderes” fue catastrófico, ya que no sólo no se repararon los edificios, sino que se llegó a esta altura del año con la mayor subejecución presupuestaria en el rubro de Mantenimiento Edilicio de toda la historia de la ciudad.

Durante el mes de enero, la relación con el principal sindicato docente de la ciudad, la UTE, se complicó cuando Macri intentó desembarazarse de los trabajadores contratados que actúan en los programas del Ministerio de Educación. Como resultado, se produjeron cortes de calles y la toma del edificio del Ministerio. Si bien estas acciones lograron mantener a todo el personal mencionado cumpliendo funciones, el Gobierno de la Ciudad denunció penalmente a dos dirigentes de ese sindicato por los cortes de calle. Hoy se hallan procesados.

En el plano salarial, los funcionarios de la Ciudad no se cansan de repetir que en el mes de febrero dieron a los docentes un aumento del 24%, mayor que el recibido por cualquier otra rama de la actividad. Lo que callan es que no lo dieron ellos, sino el gobierno nacional, que es quien paga la garantía mínima que permite que un maestro que recién se inicia gane $1.290 de piso salarial en lugar de los $900 que ganaría sin ella. Callan también que se paga en un solo cargo, es decir que en el caso de poseer dos cargos, gana $1.800 y no $ 2.580 como quieren hacer creer.

La eliminación de 15.000 becas a alumnos de escuelas secundarias (que permiten que muchos de ellos puedan asistir a clases y no abandonar sus estudios), el incumplimiento de la promesa de campaña de permitir a los trabajadores la libre opción de obra social (hoy cautivos de la OBSBA y pagando el 6% de aportes), la desaprensión de reducir calidad y cantidad de los alimentos que se proporcionan a niños y bebés en los comedores escolares o formando parte de las viandas (cambiando la carne, el pollo y el pescado por trisoja, un compuesto incomible y, según estudios realizados por el INTI, no recomendable para menores de cinco años y perjudicial para menores de dos) sumados a la falta de pago en tiempo y forma (muchos docentes no cobran sus haberes desde marzo) preparó este cóctel explosivo que hoy, como los petardos de la concentración docente, le estalló a Macri en la puerta de su oficina.

Vigilia en la Legislatura

Para continuar la lucha, el miércoles 22 los docentes porteños hicieron guardia también en la Legislatura porteña, donde se reunían las comisiones de Educación y Presupuesto. Allí estaba Ubaldo Donato, Secretario General de AEP (Asociación de Educadores Porteños) quien expuso a ZOOM las próximas acciones a seguir por los docentes.

—Esperamos que sesionen las dos comisiones. Si el macrismo da quórum, se puede dar poder al Ejecutivo para que pueda transferir partidas. La oposición y algunos macristas dicen que esto es posible, porque dinero hay, incluso alguno que no se ha gastado.

—¿Hay voluntad política?

—No parece. Nosotros como Asociación de Educadores Porteños, perteneciente a los 17 gremios de la educación, hemos estado en todas las reuniones y una sola vez bajó el Ministro de Educación, en marzo, cuando nos dieron el aumento, a sacarse una fotografía. En las reuniones que tuvimos posteriormente mandó a asesores que no podían resolver nada y nunca bajó. Y con Macri la única vez que nos reunimos fue cuando anunciamos el paro. Y no dijo nada, se calló la boca y después anunció que no tenía dinero, que fue la respuesta que tuvimos hasta ahora. Creo que Macri, a quien encima yo voté, nos quiere disciplinar, y esto no es una empresa, él tiene que gobernar. Y como dirigente sindical de muchos años entiendo que la conducción es la persuasión, es el diálogo. Acá no hay diálogo, no existe y no es por parte nuestra.

—Es decir que Macri los quiere poner en caja.

—Prometió un montón de cosas y tiene que empezar a gobernar. Hasta ahora vos lo escuchás por radio y televisión y sigue hablando de los baches y de que no tiene dinero. No puede seguir quejándose. Todavía no empezó a gobernar. Dice que con el Riachuelo y los subterráneos la culpa la tiene el gobierno nacional, que le dejaron la caja vacía. No te olvides que Macri cogobernó con Telerman durante muchos meses, no puede seguir echándole la culpa a los gobiernos anteriores. Tiene que conversar, nosotros no rompimos el diálogo. Impone una agenda que dice que recién el problema docente se va a solucionar en 2009 y nosotros le decimos que debe estar en la agenda 2008. Encima, lo que pasó el lunes con la policía, hace años que no lo veo con los docentes, solamente en la provincia de Neuquén, con lo de Fuentealba. Por ejemplo, el problema de la instalación de la carpa, él lo solucionaba rápido con política, pero se armó todo ese lío por llamar a la policía y discutir si la carpa iba 30 metros acá o allá. Por eso tuvimos una huelga nacional con apoyo de la CTA y la CGT, que nos mandó su adhesión. Por falta de conducción, Macri generó un problema nacional.

—¿Por capricho?

—Yo creo que sí. No quiero faltarle el respeto, pero Macri es un “niño bien” puesto a gobernar. Los 17 gremios, que conformamos este frente que hicimos ahora, tienen distinta ideología política pero nos unimos en defensa de los derechos laborales de los docentes, esa es nuestra única ideología.

Algunos periodistas nos preguntan: ¿qué pasa con los alumnos? Y creo que los chicos tienen que aprender qué es la dignidad y esto es un ejemplo. Los chicos no están en contra aunque sabemos que quizá les estamos haciendo un daño. Los alumnos aprenden de la historia y esto va hacer historia también porque es defender la educación pública.

En la Legislatura porteña

Al cierre de esta edición, la Comisión de Presupuesto y Hacienda emitió un dictamen que faculta al Ejecutivo porteño a modificar la distribución del gasto en 2008 para otorgar un aumento a los maestros. El despacho en cuestión, aprobado por unanimidad por la oposición y la abstención del bloque macrista, establece también que las reasignaciones que realice el Poder Ejecutivo no podrán utilizar partidas de las áreas de Salud, Desarrollo Social, Educación, Vivienda y Derechos Humanos.

La comisión de Presupuesto y Hacienda tenía en discusión cuatro proyectos de ley sobre esta temática, que pertenecen a los diputados Patricia Walsh, Cristian Asinelli, Enrique Olivera y Juan Manuel Olmos, que fue el aprobado. Ahora el Gobierno de Macri tiene la última palabra.

www.revista-zoom.com.ar/articulo2747.html

Por Roberto Koira para Revista Zoom

jueves, 2 de octubre de 2008

El fin de la revolución desde arriba



El prestigioso sociólogo laboralista Julio Godio acaba de publicar El Tiempo de CFK, junto al abogado laboral Alberto José Robles. El libro despliega un pormenorizado análisis del gobierno de Néstor Kirchner y entra de lleno a la gestión de la actual presidenta. Revista ZOOM lo entrevistó para desentrañar los desafíos del gobierno de cara al presente y al futuro, sin dejar de la lado el pasado reciente.

—¿Este nuevo libro es parte casi de una trilogía?

—Para entender este libro en su totalidad habría que relacionarlo con otros dos anteriores, El tiempo de Kirchner que abarca el período 2003-2007, y otro que se llama La anomalía Argentina, cuyo último capítulo incluye el tema del gobierno de Néstor Kirchner. Y digo esto porque este último libro rescata la idea de “revolución desde arriba” de los dos anteriores, aunque luego se aboca a los componentes políticos del proceso kirchnerista que van a desembocar en su triunfo electoral de octubre de 2007. Pero si uno quiere ver todo el proceso debe leer también los otros dos, especialmente El tiempo de Kirchner, donde hay un análisis pormenorizado de esos primeros cuatro años.

Este nuevo libro entra bien de lleno en la agenda de Cristina, que se ve trastocada por el conflicto del campo de marzo de este año. Y ahí aparece una cuestión central que está en el subtítulo del libro: El desafío de organizar los mercados. Esta es una etapa que comenzaba a fines del 2007, que tenía como objetivo institucionalizar de una forma más acabada los cambios que se habían producido desde la irrupción política del kirchnerismo y su triunfo electoral en las elecciones del año 2003. Esto implicaba darse cuenta que había que lograr aquello que Cristina Kirchner planteaba como Pacto Social.

—¿En qué términos se planteaba este Pacto Social?

—En crear mesas de negociación y búsqueda de objetivos comunes entre los sindicatos, las organizaciones empresarias y el Estado, por sectores. En realidad, con los grandes sectores económicos y financieros que existen en Argentina y garantizar con estos los acuerdos y las metas a seguir. Esto implicaba compromisos comunes sobre temas vinculados a mejorar la calidad del trabajo y lograr que los sindicatos participaran en la eficiencia empresaria. Era el método correcto para organizar los mercados, que en definitiva es una forma de planificación de objetivos de cara a su propia dinámica.

Sin embargo, esto se vio trastocado en primer lugar porque hubo que hacer una negociación de ajuste salarial a principios de marzo. Y en el medio irrumpe el conflicto del campo. Esta era una crisis sectorial que estaba dentro de la idea de Cristina de llevarla a la mesa de negociaciones con el sector. En donde hay actores muy variados, pero en el que hay cadenas de valor muy precisas en la salida del producto y hasta en su venta a los mercados internacionales. Es el caso de la soja y el trigo.

—Usted dice que el conflicto se adelantó a la atención del gobierno.

—Lo que pasa es que el conflicto estaba soterrado, ya que el gobierno no le había prestado atención a las transformaciones que se habían producido en el campo. Esto en el marco de un país en que, lamentablemente, se ha producido una escisión entre el campo y la ciudad desde el punto de vista económico y social. Entonces no había una percepción clara de este fenómeno.

En el imaginario colectivo surge esta idea por el hecho de que el proceso de industrialización en Argentina, que comenzó en los años 30, fue paralelo al campo. No se creó un poderoso sector agroindustrial, sino una industria liviana. No fue una política de crear insumos para el campo, como ocurre ahora por ejemplo con la maquinaria. Y además esta situación se agravó porque, junto con la industrialización, vino el peronismo que expresó cabalmente los fenómenos urbanos y no era un producto del campo. Y esto fue la consecuencia de la industrialización que se dio en las grandes ciudades del país y sobre todo en el gran Buenos Aires.

Entonces, en este país los habitantes de las ciudades han seguido muy de lejos la vida rural y, en parte, también han suplido esta ignorancia con calificativos simplistas. Como por ejemplo, seguir hablando de una oligarquía como era la antigua aristocracia terrateniente. Cuando en los últimos 20 años hubo una transformación tecnológica muy profunda en materia de cultivos y maquinaria. Además de una concentración del proceso productivo a través de los pooles de siembra. Esto generó una concentración de la producción y no de la propiedad. Lo que sí ocurrió fue una mutación en el régimen de la propiedad, ya que muchos dueños se han transformado en arrendatarios o más bien en arrendantes. Entonces acá hubo un proceso de cambio tecnológico, concentración de la producción y de la especialización debido a demanda mundial de soja. Aunque no es el único producto que exporta la Argentina.

—¿El gobierno pecó por desconocimiento?

—Sí, y la resolución 125, que era algo interesante, se transformó en un búmeran. En primer lugar, debido a que gran parte de los chacareros argentinos habían arrendado sus tierras y no estaban interesados en que se afectaran las ganancias de los grandes grupos exportadores. En segundo lugar, el hecho de aumentar las retenciones podía afectar a productores que son pequeños, medianos y campesinos que se asustaron frente a un proceso de imposición desde arriba. Y esto lo hace el kirchnerismo ya que viene de la práctica anterior, de la revolución desde arriba, que significaba movilizar a la sociedad con objetivos que esta compartía.

—¿Este conflicto demostró el agotamiento de la revolución desde arriba, al no saber el gobierno trasladar su política a las bases?

—Es que el kirchnerismo consideró suficiente como método de acción política su capacidad unilateral de buscar apoyo con políticas desde arriba. Y la sociedad después de cuatro años de gobierno estaba reclamando una mayor intervención directa en la política. El hecho de que la oposición estuviera dispersa tenía que ver con la situación de que la mayoría de los partidos de la oposición, inclusive parte del PJ, todavía estaban afectados por el descalabro del año 2001 y no encontraban dónde instalarse. Pero la sociedad demandaba la existencia no solo de una fuerza kirchnerista más definida, sino también de otras expresiones políticas vinculadas a una oposición más consistente. Esto se había visto en las elecciones de la Capital, donde triunfa Macri y la Coalición Cívica gana en las presidenciales. Entonces, estas dificultades del kirchnerismo, le impidieron plantearse la idea de reformar el PJ. Así Kirchner consideró suficiente tomar el PJ también desde arriba, ya que nadie se resistía. Aunque el partido ya estaba muy incapacitado para poder movilizar a la sociedad, porque era una estructura partidaria que no se había movilizado durante años y entonces, con la crisis del campo, sufrió de una insuficiencia terrible.

—La inmovilidad, que al principio le dio la llave del partido, se transformó en el principal obstáculo.

—Así es, ya que los problemas que tiene el kirchnerismo en esta historia están derivados de sus propios éxitos. Es paradójico. Los obstáculos del kirchnerismo de hoy no son producto de errores o deficiencias, son por la obra inconclusa. Del mismo modo, ahora se genera una situación donde es el Congreso el ámbito para zanjar las diferencias políticas. Con esto la oposición se va posicionando desde su relativa inserción en lo que llamaríamos las fuerzas sociales del campo.

—Esa fuerza social se expresó, pero ¿tiene correlato político?

—Es muy difícil que surja un partido del campo porque es una palabra muy genérica y además no hay tradición en Argentina de partidos campesinos.

—La palabra campo quizá venga de esa costumbre de la prensa de corporizar las cosas. Cuando dice los mercados o el campo le da cuerpo a algo que no es homogéneo.

—El kirchnerismo tuvo su primer conflicto con la prensa cuando se retaceaba la información con la idea de que esto podía entorpecer el funcionamiento del poder ejecutivo. Hasta el 2007 no pasó nada, inclusive durante la campaña electoral el gobierno tuvo el visto bueno de la prensa, incluido el diario Clarín. El problema fue después, al salir a flote el tema del campo, principalmente vía La Nación y la televisión. Y también por el hecho de que ahí apareció algo que estaba en la agenda, como la ley de radiodifusión, que puede afectar a los monopolios que se han establecido en los medios.

—¿Esto no desnuda que hubo una política de monopolio bueno o malo según la capacidad de negociar, en lugar de plantearse que el monopolio en sí mismo es algo malo?

—Es cierto, al igual que la debilidad de las fuerzas políticas para ejercer algún tipo de influencia sobre los medios es casi cero en la Argentina. Entonces, el gobierno optó por negociar con los medios, lo que implicó extensión de contratos. Esto tenía por objeto mostrarles que no tenían ningún interés político en tocarles su poder, pero no era suficiente. Y en ese contexto, la que llamo la nueva derecha fue capaz de pergeñar una estrategia para esta diversidad de actores que había en el campo y unirlos en contra de la resolución 125, que terminó siendo derogada y que le costó al gobierno cuatro meses de gran desgaste. Sumado a que las fuerzas de la oposición comenzaran a emerger, esto hizo posible la derrota del gobierno en el Senado y de la que había zafado en Diputados por poco. Y en esos cuatro meses ya se estaba prefigurando lo que iba a pasar en el Senado, que luego se simplifica en la figura de Cobos, lo que en realidad era un problema más profundo.

—¿Fue la disputa de dos modelos de país?

—No necesariamente hoy. En la medida en que no hay una base material y de política agroindustrial integrada, el campo es una fuente de ingreso para el país en general, pero con muy escasa inserción en el aparto productivo industrial. Salvo lo que se ha logrado en algunas provincias como Santa Fe en el sector industrial-agrícola. Entonces, sí puede ocurrir que esta extensión de la alianza del campo con las capas medias urbanas pudieran alentar algún tipo de reformulación del modelo económico, simplemente sobre bases agrarias. Pero no es fácil imponer un tipo de modelo en Argentina, donde está del otro lado la historia industrial de las ciudades y la complejidad de la trama de la vida de las grandes urbes, que seguramente se van a resistir. Un camino que no tenga en cuenta el eje agroindustrial es para Argentina un peligro de disolución como Nación y como Estado.

—¿No pesa también una cierta historia de nuestros industriales, que no terminan de asumirse como burguesía y tienen un doble discurso con el tema del campo?

—En parte sí, ya que esta burguesía no surge como una diferenciación interna del propio campo de fomentar la industrialización, como es el caso de Australia, Nueva Zelanda o Canadá. Allí hay una burguesía rural que es la intermediaria con la burguesía urbana. Aquí siempre persiste la idea de crear una economía de enclave, lo que hace que la burguesía tenga una doble posición: rechazar aquello que le afecte intereses muy de fondo (como fue por ejemplo la necesidad de salir de la ley de convertibilidad), pero al mismo tiempo tiene una dependencia interna favorable al compromiso con la fuerza del sector agrario, que son, en definitiva, los que proveen las divisas para las importaciones de bienes de capital y recursos financieros para el sector industrial.

—En esta puja, ¿cuál sería la consecuencia en el país si se reimpusiera el modelo de los ‘90?

—Una guerra civil, que probablemente empiece en forma confusa. Resisten los sectores urbanos marginados, como una intifada, todo desorden. Pero que después en una segunda o tercera fase puede terminar en una guerra civil, sin duda. Porque eso se impidió porque triunfo la Alianza que venía supuestamente a resolver esos problemas, pero así duró la Alianza, dos años. Después fue necesario dar un viraje y salir del modelo neoliberal de forma más violenta para poder sentar las premisas de la estabilidad económica y política en la Argentina. Así que cualquier ilusión de que pueda funcionar, con consenso masivo, un modelo de este tipo, como piensan algunos de la vieja derecha, que añoran los tiempos de Menem o De la Rúa, es una operación de corto alcance y de tan corto alcance que esto impide que las fuerzas de oposición se unan. Dado que también tienen el drama de imponer un modelo contra-natura.

—La teoría del escorpión.

—Sí, se mordería su propia cola. Aunque la derecha busca un camino de tránsito pacifico del gobierno para llegar al poder en las elecciones de 2011, como nueva coalición de fuerzas de derecha o de centroderecha que pudieran sumar incluso a una parte del peronismo.

—Con respecto al regreso de la derecha en Capital con Macri, se percibe que los medios no lo atacan, pero que la gente no resiste más ciertas cosas: explotan conflictos desde la misma gente con el tema de la educación o por las becas. Es decir que para esta política no hay plafón.

—Pero puede haber un intento de restablecer el viejo régimen, como pasó muchas veces en la historia y en general han sido intentos que han fracasado. No creo que en el país sea aceptable una restauración de las viejas prácticas, lo que no quiere decir que algunas de las prácticas neoliberales no puedan volver por la sencilla razón que este es un modelo de economía de mercado heterodoxo.

—¿Después de la 125, el gobierno volvió a tomar la iniciativa política o todavía está golpeado?

—El gobierno ha retomado la iniciativa en algunos temas, pero carece de asentamientos en la sociedad sólidos. Y al derogar la 125 se creó un espacio electoral que se lo ha permitido, aunque sin sustentación política interna. Por ejemplo, en la crisis financiera de Estados Unidos está claro que Cristina fue allí e hizo un discurso muy interesante. Y la Argentina fue, junto a Brasil y Francia, de los únicos países de esta reunión de Naciones Unidas que tuvieron una postura más cercana a las viejas teorías keynesianas. Sin embargo, ese gran éxito que tiene el país en el centro del mundo con el modelo anterior, no necesariamente tiene un soporte interior sólido que le dé sustento y eso tiene que ver con que el kirchnerismo no ha podido ni transformar al PJ, ni tampoco preservar el atractivo que tenía lo que se llamó la transversalidad. Son déficits políticos que tiene el gobierno y que pueden ser muy serios hacia el año 2009. Esto podría crear un escenario electoral de retroceso parcial y de avance relativo de las fuerzas de oposición. Lo suficiente para dar la imagen de que ya el kirchnerismo no es mayoría, sino la primera minoría.

—Más allá de ese posible escenario, dentro de una crisis mundial, la Argentina respondió bien.

—Es que cambió la política. Si hubiéramos afrontado esta crisis financiera norteamericana con un Estado ausente y con convertibilidad, hubiera sido un desastre. Es decir, con el mantenimiento de la vieja política neoliberal las consecuencias hubiesen sido terribles y peor si le sumábamos una tasa de desempleo como la que teníamos al final del mandato de Menem. Ahora el país está mucho mejor pese al endeudamiento que todavía tenemos. Los cambios producidos en la economía sin duda nos han fortalecido.

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Por Roberto Koira para Revista Zoom