jueves, 28 de mayo de 2009

“Vamos a trabajar desde la Legislatura para que la ciudad no siga en manos de la derecha en 2011”


ENTREVISTA A FRANCISCO “TITO” NENNA
El Secretario Adjunto de CTERA y primer candidato a legislador por el Encuentro Popular para la Victoria visualiza un bloque K con mayor perfil opositor a partir del 10 de diciembre. Critica la gestión macrista y asegura que articularán alianzas con los futuros legisladores de Proyecto Sur a pesar de que “el campo popular está dividido porque hay una discusión muy grande acerca del gobierno nacional”.

—La lista única fue muy bien recibida y de algún modo aglutinó fuerzas hacia el interior del espacio PJ-FpV. Pero ¿cómo ve a la lista de cara a los sectores medios porteños? ¿Cuál es el mensaje para seducir a esos sectores, mayoritariamente refractarios a la política K?

—Esta lista expresa un marco de unidad política, de pluralidad y de representación no solamente de los sectores más desfavorecidos, donde hay más necesidades, sino de aquellos sectores medios que están sufriendo la política de exclusión de la ciudad. Esos que tuvieron la oportunidad, después de la crisis del 2002, de crecer gracias a la recuperación que hubo del proceso político social, económico y cultural, que en 2003 inició el ex presidente Néstor Kirchner. No en vano esta ciudad fue una de las más favorecidas con ese crecimiento con mayor trabajo, producción y posibilidad de acceder a los bienes culturales. De esto surge que el 28 de junio estamos discutiendo dos modelos. Esto es esencial más allá de la discusión de la ciudad. Nosotros defendemos este proceso de acumulación, de recuperación del trabajo y la dignidad de los trabajadores, de la clase media, de la pequeña y mediana empresa, de los pequeños y medianos productores, que también se vieron favorecidos por el crecimiento que tuvo el país. Por lo tanto, la clase media tiene que discutir esta cuestión. No se trata de oficialismo u oposición. La cuestión es mayor crecimiento y distribución del ingreso o retroceso a las privatizaciones. En la ciudad se expresa cuando dicen públicamente: “somos privatistas, queremos que el mercado sea el que regule y no el Estado”. Esto también lo van sufrir los sectores medios. Por eso vamos a interpelar y a discutir con esos sectores cuáles son los dos modelos en pugna este 28 de junio.

—¿Cómo planea obtener el voto de aquellos porteños que se quejan de los docentes porque con sus paros dejan sin clases a sus hijos?

—Nosotros el año pasado, cuando tuvimos el conflicto grave de la educación en la ciudad de Buenos Aires, no fue por el salario docente, sino por la inversión en la educación y su correlato en todas las políticas públicas. Allí estuvimos acompañados por las asociaciones cooperadoras —que también sufrieron el recorte de los subsidios—, por los estudiantes —a quienes les redujeron las becas—, por los padres —cuyos hijos van a la escuela y conocen la situación de la alimentación en los colegios— y por los que siguen sufriendo la problemática de la infraestructura en las escuelas. Y a pesar de la propaganda por televisión y del gasto de miles de pesos que esto significa para el erario porteño, sigue habiendo 150 escuelas donde hay profundas situaciones de infraestructura irresueltas, que encima están reconocidas por el gobierno macrista. Este año lo empezamos con la misma problemática y estamos trabajando junto a la comunidad, planteando un aumento del presupuesto educativo, que es el más bajo de los últimos 20 años y ha sufrido una reducción del 2% respecto de 2008. Por eso ahora se están haciendo caravanas recorriendo el norte y el sur con las comunidades y las asociaciones cooperadoras, en las que se hace una consulta popular para ser presentada en la Legislatura pidiendo la recuperación y el aumento del presupuesto educativo.

—La gestión de Nadorowsky marca un retroceso en la educación pública ¿qué se puede hacer para frenar y revertir ese proceso?

—Para revertirlo hay que ser protagonista. Primero, desde los trabajadores de la educación y después desde la comunidad educativa. Esto significa organización para sintetizar a la educación como derecho social. No para los que estamos dentro del ámbito de la institución educativa sino para todos los sectores de la sociedad. La educación nos da la posibilidad de tener un conocimiento crítico, de poder avanzar en la construcción de nuevas realidades y de un nuevo futuro. Esta gestión educativa ha privilegiado la confrontación por encima de la apertura. Se han cerrado y han reducido los fondos para las acciones de inclusión en los lugares más pobres, y se eliminaron los programas de reingreso escolar. Es necesario discutir una nueva educación media, y que haya mayor inversión no solo en infraestructura o para los comedores escolares o las cooperadoras, sino también para la capacitación y formación docente, ya que tenemos el derecho y el deber de formarnos continuamente. Y es un deber del Estado garantizar esa formación gratuita, terminando con el negocio de la capacitación privada, en lo que es hoy el shopping de la capacitación. El macrismo concretamente está planteando que es el mercado el que regula. Es una discusión que debemos dar en el marco de la Legislatura. Definir cuál es la regulación del Estado hacia la educación privada que hoy se lleva más de 250 millones de pesos y no sabemos qué estamos subsidiando. Sabemos que hay colegios que cumplen funciones en lugares donde no hay nada. Nosotros no estamos hablando de la desaparición de la educación privada sino de la educación pública de gestión privada subsidiada por el Estado. Y le decimos no a la educación privada como negocio de los grandes grupos económicos, que es lo que representa este gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

—¿Qué opina del rol opositor al macrismo que ha tenido en este año y medio el bloque del FpV en la Legislatura?

—Nosotros estuvimos trabajando mucho con los compañeros del Frente para la Victoria y los bloques opositores en el conflicto de las políticas públicas de la educación. Y me parece que al bloque hay que darle un dinamismo mucho más importante y una apertura hacia la sociedad. Tenemos que salir de la lógica de que la Legislatura solo tiene que garantizar la gobernabilidad de cualquier espacio político. Esa fue una discusión que tuvimos con muchos integrantes del Frente para la Victoria cuando se discutió el año pasado el tema de la rebaja en la asignación de recursos para la educación en el presupuesto general de la ciudad. Aunque en el conflicto por la educación estuvimos juntos, es bueno que se tenga visiones diferentes a quienes decían que era necesario votar el presupuesto para no quitarle gobernabilidad al macrismo.

—¿Usted siente que va expresar a la oposición en el caso de ser elegido? Porque la sensación es que no hubo hasta ahora oposición real a Macri.

—Yo creo que la cuestión es ser oposición con propuestas, porque hubo sectores que planteaban la oposición sin propuesta superadora. El Frente para la Victoria se desdibujó como oposición y como generador de propuestas. Esto para nosotros fue un déficit muy grande. El bloque tiene que discutir y abrirse para caminar las comunas y los barrios. Por ahí, uno de la experiencia que tiene de haber estado en la militancia social y gremial, está ducho con el trabajo cuerpo a cuerpo y con esto de estar todos los días con los compañeros. Quizá acá se hace un poco más difícil, pero es el desafío que nosotros tenemos para poder cambiar la política.

Esto también tiene que ver con la falta de discusión y de construcción de una herramienta política. Por eso, en esta propuesta plural donde estamos defendiendo un modelo de inclusión social, de desarrollo y de distribución de la riqueza, es necesario cambiar los criterios de militancia en la política. No quiero decir que los compañeros que estaban ahí no eran militantes, pero siempre faltó una expresión de la militancia social. Parecía que los legisladores tenían que venir específicamente de la política partidaria. Ahora tenemos la oportunidad aquellos que confrontamos con ese proyecto de destrucción del país de la década del ‘90, del 2001, es decir los que nos pusimos al frente y hoy estamos construyendo una nueva realidad en la que es necesario ser protagonistas políticos en la Legislatura.

—Estamos mejor que con las listas de los operadores políticos, pero en materia de construcción política todavía estamos lejos.

—Vamos a estar adentro de la Legislatura y a ser responsables de que esto avance como construcción política o vamos a volver a los fracasos que hemos vivido durante los últimos años.

—¿Cómo va a ser disputar una misma franja del electorado y confrontar ideas en campaña con un compañero de CTA como Fabio Basteiro, que encabeza la lista de legisladores de Proyecto Sur?

—Y también está encabezando una compañera como María Elena Naddeo en la lista de Aníbal Ibarra, que es defensora no solo de la educación pública, sino de los derechos de los niños y adolescentes. Hoy la CTA se va expresar en esta Legislatura y encima encabezamos tres listas. Lo que nos diferencia es la visión de la situación nacional, que para nosotros es fundamental. Por eso el campo popular está dividido, porque hay una discusión muy grande en la cuestión del gobierno nacional. Nosotros planteamos que debemos estar en una ciudad en consonancia con el proyecto nacional de profundización del modelo. Acá me parece que es fundamental la caracterización de la etapa nacional y latinoamericana. Nosotros llamamos a estos compañeros a profundizar esta etapa. No decimos “está todo bien, estamos bárbaro”, sino que estamos protagonizando este proceso para crecer. Yo creo que hay que diferenciar los dos modelos que hoy están en discusión. Pino Solanas está diciendo que esto es igual que la presidencia de De la Rúa, y se desdijo de que es igual a la de Menem. Ahí hay una caracterización errada que, en muchos casos, a los sectores que hablan desde la izquierda los lleva a ser funcionales a los intereses de la derecha.

—Supongamos que hoy es 10 de diciembre y ya asumió su banca. ¿Imagina que igualmente podrán articular políticas opositoras al macrismo con los legisladores de Proyecto Sur?

—No me cabe ninguna duda. Nosotros vamos a trabajar desde la Legislatura para que la ciudad de Buenos Aires no siga en manos de la derecha en 2011. Porque ese proyecto neoliberal tiene como visión la posibilidad de incorporarse y dar la disputa en el 2011 a nivel nacional. Yo creo que acá tenemos que ser los suficientemente capaces y maduros. Los hemos enfrentado en la calle con las movilizaciones y también los tenemos que enfrentar en el marco legislativo para que esta ciudad sea más inclusiva, más justa y que brinde respuestas reales. Muchos sectores creyeron que desde el gerenciamiento de la política y la gestión se iban a resolver las problemáticas de la desigualdad. Hoy está profundizada entre el norte y el sur, entre los ricos y los pobres. Nuestra responsabilidad es buscar mayor justicia en Buenos Aires.

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Por Roberto Koira para Revista Zoom

Educación, vivienda, salud y cultura


—¿Qué proyectos tiene en carpeta para reducir la brecha entre el norte y el sur de la ciudad?

—Esa fue una promesa de Macri, pero hoy la está transformando en un negocio enorme. Por ejemplo, con la venta de uno de los terrenos de Catalinas Norte. Hemos discutido fuertemente con el bloque del Frente para la Victoria para que ese espacio no sea entregado a los sectores inmobiliarios más concentrados y así tener un negocio espectacular. ¿Qué es lo que nosotros vamos a discutir? Primero proyectos de ley que tengan que ver con política social, porque no hubo construcción de escuelas. Los polos educativos que estaban para terminarse, como los de la Boca, Saavedra y Villa Lugano no solo no se han terminado sino que están totalmente retrasados. Tenemos un sistema de educación inicial (para niños desde los 45 días a los 5 años de edad) con 9.200 chicos en lista de espera. Se creó una sola Escuela Media en la villa 21, que no la construyó este gobierno y que fue la lucha de los docentes junto con la comunidad la que logró recuperar un espacio que era de un organismo nacional para que no fuera intrusado y en donde ya hay más de 400 chicos en lista de espera.

—¿Y por fuera de la problemática educativa?

—En vivienda se han profundizado los desalojos. El otro día estábamos en Palermo y los vecinos nos venían a decir: “no echen a la gente que está durmiendo a la vera de las plazas y de los parques”. Lo que hay que hacer es buscar una salida para esa gente, condiciones dignas para el que vive situaciones de calle y no desalojar sin brindar soluciones para expulsar de la ciudad a los que no tienen techo.

La clase media hoy vive la imposibilidad de la compra de vivienda, porque falta construcción no solo de viviendas populares sino de viviendas para la clase media. El Banco Ciudad está totalmente ausente en las políticas sociales de construcción de viviendas y créditos hipotecarios. Es responsabilidad de este gobierno que el Banco Ciudad esté al servicio de las necesidades de la clase media. Vamos a interpelar a esos sectores que ven cómo la ciudad es un desastre por lo que hace este gobierno con la construcción y destrucción de calles y veredas, lo que provoca una brutal transferencia de fondos del Estado a las empresas constructoras.

Debemos recuperar nuestros hospitales, que son de excelencia no solamente en nuestro país sino en América Latina. Vienen de distintos lugares de Argentina y de países limítrofes a utilizar los hospitales de la ciudad de Buenos Aires. Debemos ponerlos de nuevo en funcionamiento y no dejar que el mercado dispute con los hospitales. El mercado tiene su lugar, nosotros lo que planteamos es el rol de los centros de salud. El proyecto de la medicina preventiva, para prevenir y no para ir a curar como lo hace el negocio de la medicina.

También tenemos que recuperar la cultura, porque hace a la necesidad de los barrios, ser protagonistas y no espectadores de la cultura. El otro día cuando estábamos en Boedo los compañeros nos decían “queremos volver a ser protagonistas de las cultura” desde la recuperación de la historia de cada uno de los barrios, de la memoria, de las tradiciones. Tenemos cuestiones muy ricas que no solamente tienen que ver con los negocios sino con el conocimiento y la posibilidad de que desde nuestros jóvenes hasta la tercera edad puedan estar recuperando la memoria de cada uno de esos barrios.

—En cultura está el caso del Teatro Colón…

—El Colón, que es único en América Latina, corre peligro de transformarse en un lugar privado. Es el viejo modelo de la época más dura de los conservadores, cuando los patronazgos de aquellos que más tenían daban las dádivas para los que menos teníamos.

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Por Roberto Koira para Revista Zoom

martes, 12 de mayo de 2009

"El intelectual tiene que decir lo que se le da la gana, pero la realidad nos polariza"


"El modelo del intelectual latinoamericano hoy es el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera", advierte Emir Sader.

—¿A su criterio cuál es el papel que deben asumir las Ciencias Sociales y los intelectuales en esta etapa histórica?

—Observando la izquierda, estoy pensado en el marxismo en particular. El pensamiento crítico está sufriendo un problema grave. Caracterizando las primeras generaciones de marxistas, todos eran intelectuales y dirigentes políticos. Estaban convencidos de que tenía sentido ser marxistas, críticos del capitalismo, vinculados a la práctica, tomando en cuenta la política y la correlación de fuerzas y su generación. En este aspecto, las consideraciones sobre el marxismo occidental de Perry Anderson resaltan que, a partir del momento en que los partidos se stalinizaron, no hubo espacio de debate político, sumado a la represión desde el fascismo y otros factores que contribuyeron a separar la práctica política de la intelectualidad crítica. Así, en el comienzo de una teoría política sin práctica y una práctica sin teoría, los dirigentes pasaron a ser dirigentes sin ser intelectuales y éstos últimos pasaron a pensar otras cosas o a tener puntos de vista altruistas. Entonces el intelectual insiste con la teoría y eso lo sufrimos fuertemente. Una parte fue captada por el neoliberalismo, la socialdemocracia y el nacionalismo. Algunos se refugiaron en la fragmentación del saber académico y renunciaron a las grandes interpretaciones y otros en un pensamiento de ultraizquierda refugiándose en la teoría. Para el marxismo, lo único ortodoxo, decían, es la metodología en un proceso concreto; pero es una tragedia la separación de la teoría y la práctica en esta faz agudizada por estos factores selectivos. Hoy, los procesos políticos están más avanzados que la construcción teórica.

—¿Hay alguna literatura política viable que se esté construyendo desde América Latina?

—El modelo del intelectual latinoamericano hoy es el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, y no porque esté en el gobierno, sino porque su reflexión ayuda al proceso a avanzar. Hay otros críticos de la izquierda que se pierden en acentuar sus diferencias con el proceso y terminan alejándose; por ejemplo, al momento de una votación trascendental lo hacen por el no. El intelectual tiene que decir lo que se le da la gana, pero la realidad nos polariza en el campo constituido entre la izquierda y la derecha. Nadie puede decir “éste es el partido de mis sueños y ahí voy yo”. Hay un libro de García Linera que habla de marxismo e indigenismo que hemos publicado en los cuadernos de pensamiento crítico (Marxismo, nacionalismo e indianismo en Bolivia. La “nueva izquierda” del presidente Morales.). Antes, la izquierda tradicional llamaba al indio y le decía: “usted trabaja la tierra, entonces es campesino y pequeño propietario rural. Olvídate de que eres Aymará o Quechua, aliado vacilante de la clase obrera”. “Aguante el minero que viene a darte la línea política!” Ese indio produce de forma comunitaria, esas personas son pequeños productores... Entonces el texto de García Linera abrió un camino para recomponer un sujeto histórico nuevo, que es antineoliberal. No es el pequeño productor de la Rusia atrasada, es un tipo que frenó la privatización del agua, que tiene un sujeto, que tiene un gran elemento de anticapitalismo potencial. Entonces hay que redescubrir el nuevo sujeto histórico a partir del análisis concreto, ¿no? Gramsci dijo que la historia de la revolución es contra el capital, no por ser revolucionario uno debe vestirse de rojo.

Desde afuera, Álvaro García Linera ha tomado posición y ellos lo capitularon. El intelectual neoliberal habla de García Linera como un hombre que traicionó a la ciencia. ¡Por favor! Ya no estamos para descubrir las formas concretas, y aunque pueda que sí, ya no es un proceso atrasado. Hay que descubrir la diferencia de las contradicciones, captar las verdaderas contradicciones. Yo creo que en este momento, Bolivia está en un proceso de tendencia nacionalista, como el mulato Chávez que quiere dirigir el proceso, lo cuál contradice la teoría de la intelectualidad sofisticada, socialdemócrata. Que Sánchez de Losada fracase y Evo resulte… que Fernando Enrique fracase y Lula resulte... ¡¿Qué cagada para la modernidad capitalista?! Esos presidentes que estaban allá en el Foro Social, están todos offside, esos marginales... un dirigente indígena, un cura campesino, un líder sindical, un intelectual crítico, un militar nacionalista mulato entre la gente blanca, son bien heterodoxos. Hay que descubrir cómo ese proceso avanza y se consolida. En el contexto global, América Latina pasó de ser el paraíso neoliberal a ser el eslabón más débil de la cadena del liberalismo en el mundo. Y sin ser un proceso revolucionario radical, hay que valorarlo para ver cómo se construyen alternativas al neoliberalismo.

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Por Gustavo Torres y Roberto Koira para Revista Zoom

“Ni proteccionismo nacional, ni liberación económica: proteccionismo regional”


El politólogo brasileño señala al Banco del Sur y a la moneda única como instrumentos centrales para escudar al Sur de la crisis global. Reivindica la generación de un mercado interno de consumo y en términos políticos rechaza falsas polémicas con una definición categórica: "La línea demarcatoria de América Latina no es entre una buena y una mala izquierda. La línea está entre los que firmaron el Tratado de Libre Comercio y los que están por la integración regional."

“¿Esto se edita después, no?”, consulta Emir Simão Sader ante la primera pregunta de ZOOM , dando a entender que el tema necesita de una introducción larga. Afable y cortés, Sader ya está instalado detrás de su escritorio del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), flanqueado por el emblema de los indígenas andinos, el wiphala. Rodeado de libros y folletos va tecleando la laptop mientras responde en voz suave y en portuñol. El profesor y analista político Emir Sader es uno de los intelectuales de mayor prestigio de la izquierda brasileña. Durante la dictadura militar en Brasil, se exilió a Argentina, Chile, Cuba y Europa. Como autor y compilador lleva publicados más de 40 libros e innumerables artículos en revistas académicas y periódicos de América Latina y Europa. Actualmente es Director ejecutivo de CLACSO y es uno de los mentores del Foro Social Mundial. Aquí conversamos con él sobre la crisis económica mundial, ofreciendo respuestas alternativas a las consignas hegemónicas de cómo enfrentar los desafios desde el sur del continente, fortaleciendo los mecanismos de integración regional (Mercosur, Unasur, Alba). El filósofo y politólogo también habla de la reunión del G-20, sin dejar de referirse a los desafios para Argentina y el papel de las ciencias sociales y los intelectuales en la coyuntura actual.

—¿Cuál es su mirada acerca del impacto y la repercusión de la crisis económica mundial?

—Es una crisis del capitalismo que se ha caracterizado por expandir la economía, pero sin lograr expandir al mismo nivel el mercado de consumo, marcado desde siempre por crisis de superproducción. En la historia reciente, el capital se derivó hacia la especulación financiera, la desregulación y el libre mercado, a través de la aplicación del neoliberalismo, cuyo sistema aniquiló la inversión productiva para facilitar lucros exorbitantes de poderes económicos concentrados que no pagan impuestos y amparados en la esfera especulativa. El 90% de los intercambios económicos del mundo no son compra y venta de bienes, sino compra y venta de papeles, un verdadero “cáncer”. Siempre se dijo que cuando Estados Unidos fuera víctima de la especulación financiera sacudiría al sistema económico mundial. Hubo varias crisis de capital, pero lo más grave que ocurría eran las disminuciones de ganancias en las Bolsas de Nuevas York. En cambio ahora, los créditos ficticios formaron pirámides que explotaron como burbujas en el corazón mismo del capitalismo, afectando al sector financiero y al productivo, provocando recesión.

—¿Cómo afectará a nuestra región?

—Esta crisis se generó en el centro y afectará a todas las economías, y no necesariamente porque estemos atravesados por la globalización, sino porque el modelo neoliberal fragilizó nuestras economías. Esta crisis llega por la falta de crédito y por la disminución de demanda. Estamos menos débiles porque estamos profundizando la integración regional. Con la diversificación del comercio internacional, el peso de Estados Unidos es mucho menor. El epicentro de la crisis esta ahí; además estamos con menos presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

—¿El fortalecimiento dependerá de una mayor integración regional?

—Se está experimentando un mayor comercio interregional, como los intercambios entre Brasil, Argentina y Venezuela. El desafío es desarrollar mercado interno de consumo popular para democratizar el acceso a los bienes, que a su vez brindará mayor legitimidad a nuestros gobiernos para implementar políticas sociales. Si bien estamos antes gobiernos progresistas, nuestros Estados aún no están adecuados para poner en práctica políticas sociales, pero debemos ir adaptándolos. Generar mercado interno de consumo y aplicar políticas inclusivas nos va a facilitar herramientas para defendernos mejor de esta crisis. El crack del ‘29 quebró todas las economías, además de provocar las caídas de muchos gobiernos —inclusive progresistas— porque todos eran exportadores, dependientes de los mercados del centro. En cambio, hoy nuestra región no está sufriendo como otras veces, fundamentalmente porque la mayoría de los países son no firmantes del tratado de libre comercio.

Banco del Sur y moneda única

—¿Cuáles serían los desafíos para nuestros gobiernos?

—Luchar contra las recesiones y que los Estados se acoplen a la defensa del empleo. Por otro lado, no tiene sentido inyectar fondos para salvar empresas deficitarias o que el Estado otorgue exensiones de impuestos y créditos sin contrapartida. Salir mejor de la crisis significa salir del modelo y frenar los conductos que llevaron a provocar la crisis: los bienes de circulación de capital financiero, el papel de los agronegocios y modelos basados en las exportaciones. Es cruel depender del mercado externo que no genera mucho empleo. Por el contrario, hay que fortalecer el mercado interno de consumo popular, fijando la producción de renta. En momentos de crisis como éstas, las economías independientes salen a flote, y es importante mantener el mecanismo doble como lo posee Corea del Sur, manteniendo un mercado interno de consumo para garantizar que en un momento dado, el mercado externo no la quiebre.

Es importante intensificar la integración latinoamericana y acelerar la creación de una moneda única. Felizmente, el proyecto del Banco del Sur está avanzando, por lo que no tenemos que seguir aportando nuestras reservas en el FMI y podremos alcanzar autonomía financiera. Es necesario avanzar hacia la creación del Banco Central unificado para fortalecernos como bloque, para dejar de fomentar el proteccionismo nacional que amenazó a la Argentina; aunque tampoco es viable predicar el libre comercio, como lo está haciendo Brasil. Si algo hay que proteger es la región, nuestra integración regional, para protegernos y fortalecernos como bloque.

—¿Es importante fortalecer UNASUR antes que el Mercosur?

—Es importante consolidar la UNASUR, pero su proceso de integración aún es estrecho. UNASUR tiene sus límites al tener en sus filas a países que firmaron el tratado de libre comercio. La línea demarcatoria de América Latina no es porque haya una buena y una mala izquierda, en todo caso hay izquierdas distintas. No es como repite la derecha que hay izquierda mala y buena. Si se pelean Hugo Chávez y Lula Da Silva, pierden los dos. No porque haya un sector más radicalizado, hay que dejar a Lula para ser cooptado por otras alianzas. La línea demarcatoria está entre los que firmaron el Tratado de Libre Comercio y los que están por la integración regional. Además, dentro de ella hay gobiernos contradictorios porque siguen manteniendo las herencias del sistema financiero, aunque se han volcado por un cambio económico tipo desarrollista y a un fortalecimiento del papel regulador del Estado, pero mantiendo la política financiera, representada en el Banco Central. Otros países, en cambio, están empezando a romper el modelo, tal es el caso de Ecuador, Bolivia y Venezuela. La dinámica de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) es una importante fase de construcción para nuestra región con el fin de desarrollar el comercio justo, generar intercambios y crear nuevas formas de mercados.

La era Obama, Cuba y la disputa cultural

¿Qué evaluación hace de la Cumbre del G-20 y de la participación de los países de la región?

—América latina debe articular alternativas para disminuir brechas de necesidades sociales y depender cada vez menos de las grandes potencias mundiales, teniendo en cuenta de que son los responsables de la crisis. No tiene sentido participar individualmente en el G -20 y sin propuestas propias. Reunirse dentro de esta Cumbre no tiene efecto; los países centrales provocaron esta crisis y con intervención estatal están tratando de recomponer la capacidad de funcionamiento del mercado. Creo que hay que valorar, en cierta medida, algunas de las iniciativas de Barack Obama. Si bien siguen expresando aberraciones sobre Venezuela y Bolivia (como la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, que no entiende nada sobre latinoamérica), ahora ya se están dando cuenta que deben contar con América Latina. La hegemonía estadounidense va seguir porque no hay alternativa ni nueva hegemonía mundial en el horizonte que se vislumbra. Este ciclo va ser una época de inestabilidad porque se debilita el modelo y no hay alternativa a la vista.

La elección de Obama es positiva, es algo parecido a la era de Jimmy Carter —descartando Vietnam obviamente. Obama fue elegido rechazando a Bush, lo cual es bueno e induce el debilitamiento de la dirección norteamericana en el mundo. Tampoco hay que hacerse demasiadas ilusiones con Obama, sabiendo que va ser una recomposición conservadora, como lo está demostrando con el llamado a la cumbre de energía y medio ambiente, donde están invitados solamente un poco más de 17 países, y siguen digitando quiénes deben participar. Es por ello que debemos articularnos como alternativa. No hay que subestimar la hegemonía norteamericana porque sigue siendo la única superpotencia, cuyo elemento de fuerza no es siquiera lo político y lo económico, sino lo ideológico. Seamos sinceros, China nunca fue influenciado por ninguna civilización externa y ahora está consumiendo modo de vida norteamericana. Eso es hegemonía en el sentido gramsciano de la palabra: los pobres de nuestras periferias de las grandes ciudades consumen productos estadounidenses, y ese elemento es más fuerte. La sociabilidad del modelo soviético no conquistaba corazones ni mentes, tampoco socializó ni evangelizó. No hay que confundir el desgaste del gobierno de Bush o la dirección política desgastada: siguen hegemonizando valores. La disputa cultural-ideológico va ser fundamental en esta era.

—¿Cuáles son las herramientas que tenemos en el sur para revertir esta situación?

—El consumismo también se ha apoderado de las cabezas de los pobres de América latina, por eso hay que socializar alternativas. El Movimientos de los Trabajadores sin Tierra del Brasil (MST) viene recuperando soberanía en los asentamientos dentro de la lucha por la tierra, y probablemente el movimiento zapatista mexicano también lo tenga dentro de su área de influencia en el sur del país. Valores extraordinarios encarna el ALBA, pues alcanza remitirse a los diarios para saber que más de 18 mil argentinos recuperaron la capacidad de visión en hospitales bolivianos operados por médicos cubanos, y eso es un valor único de solidaridad y de complementariedad para mantener el instrumento de solidaridad entre los pueblos... Creo que por ahí hay que empezar.

El neoliberalismo mercantiliza todo. Nuestra línea debe ser la desmercantilización, salir de la esfera del mercado y ubicarnos en la esfera del derecho, en la esfera pública. Socialismo en el fondo es una inmensa esfera pública donde se universalizan los derechos y se confirma la ética. El capitalismo muestra su escandaloso límite, pero los llamados factores subjetivos del anticapitalismo también sufrieron golpes durísimos: el fin de la Unión Soviética (la vía al socialismo del Estado), comportamiento de consumo individualista, fragmentación y duro golpe a la naturaleza del trabajo.

La pérdida de subjetividad provoca que cada vez menos el individuo se defina como trabajador: si le preguntas, te responde: soy de Boca Juniors, soy evangélico, soy de Rosario. El “yo soy mecánico” va perdiendo función. Se diluyó el anticapitalismo y el tema del trabajo va de la explotación a la alienación, pues toda esa idea de que el capitalismo produce su obrero y el trabajador, la clase trabajadora, tiene que articularse con otras contradicciones. Porque todos trabajan: viejos, jóvenes, mujeres, indios, negros. El factor de sujeto trabajador y los factores de la lucha anticapitalista desaparecieron porque la prensa se ha encargado de invisibilizarlos. Es relativo decir que está debilitada la hegemonía capitalista, mientras se escuchan discursos catastróficos como “se jodió el capitalismo neoliberal y viene el socialismo”. Nada de eso va ocurrir mecánicamente: es como cuando en la Argentina se gritaban consignas de “que se vayan todos” y nadie se fue, y no se van a ir. El análisis mecanicista está alejado de la realidad mientras no sea una correlación de fuerzas para generar condiciones de lucha concreta.

—¿Cómo queda Cuba ante esta nueva coyuntura?

—Cuba está homogeneizando fuertemente su Estado para hacer la apertura económica, porque para negociar con los capitales de afuera hay que tener un Estado fuerte. En el caso de China, tampoco se puede decir que no tiene democracia interna por tener un Estado fuerte hacia afuera. Tampoco se puede decir duro hacia fuera y flexible hacia adentro. Pero en el caso de Cuba creo que está fortaleciendo su Estado para negociar con ingresos de capitales, pues se dan cuenta que la miseria no tiene nada que ver con el socialismo. No hay igualdad en la miseria.

—En Argentina el capitalismo privado superó al Estado y así quedamos...

—Acá sí, y en gran parte de Latinoamérica, pero citando otra vez a China: con su Estado fuerte, pone límites y tiene para ofrecer no solamente mano de obra barata, sino un mercado de consumo en expansión con las más grandes industrias automovilísticas del mundo, que le genera tener buena relación de fuerzas. En el caso de Cuba, tiene menos porque tiene mano de obra buena y calificada, pero no tiene ese mercado. Ahí el consenso de Beijing sirvió para restablecer el equilibrio relativo entre Estado y mercado: no implica cambiar radicalmente el modelo, pero no reina la autonomía del mercado con respecto al Estado.

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Por Gustavo Torres y Roberto Koira para Revista Zoom