jueves, 23 de julio de 2009

“No ganaron los otros, perdimos nosotros”


ENTREVISTA A HECTOR RECALDE, DIPUTADO NACIONAL

El abogado laboralista hace autocrítica y dispara: “no supimos profundizar los cambios, no se redistribuyó la riqueza y no bajamos tanto como queríamos la desocupación y el trabajo en negro.” Sin embargo, se muestra optimista ante quienes presagian la muerte del peronismo y el revivir de la derecha. Impulsor de una asignación familiar para los desocupados, sintetiza sus proyectos legislativos en una frase: “Queremos salir de la legislación laboral de la dictadura”.

Para el diputado nacional Héctor Recalde (que renovará su mandato a partir del 10 de diciembre próximo) la derrota del kirchnerismo en las recientes elecciones legislativas no significa el principio del fin sino una advertencia de la sociedad al gobierno de Cristina. Por esta razón, este abogado laboralista y alma mater de la CGT en el Congreso es optimista de cara el futuro. Con Revista ZOOM analizó (antes de que estallara la interna con los Gordos) la continuidad del proyecto nacional y las leyes que la central obrera piensa impulsar en Diputados.

—El 28 de junio, ¿la gente votó el modelo de un país sojero, en lugar del modelo de un país que saque a la gente de la pobreza y privilegie el trabajo?

—El 28 de junio del ‘66 fue el golpe de Onganía y el 28 de junio de 2009 el golpe fue para nosotros. No coincido con el planteo. Creo que la sociedad nos dio un tirón de orejas. No ganaron los otros, perdimos nosotros. Esta es mi lectura, y respeto otras. La razón es que no supimos profundizar los cambios: no se redistribuyó la riqueza, no bajamos tanto como queríamos la desocupación y el trabajo en negro, que bajó pero no lo necesario. Ojo, que tampoco vamos a minimizar los logros, porque acá hubo un cambio copernicano en mayo de 2003, fundamentalmente para los trabajadores. Pero no alcanzó. Entonces, uno tiene que tomar lectura de lo que la ciudadanía votó. A mí no me gusta hablar de la gente, yo digo pueblo o ciudadanos o la sociedad, gente es posmoderno. Creo que es útil tomar enseñanzas de ese voto y ver cómo corregimos las conductas. Estoy absolutamente convencido de que no tengo que cambiar un solo ápice de mis convicciones, principios e ideales, pero sí la metodología, la intensidad. En ese sentido hay que avanzar más, con más profundidad y rapidez. Y soy optimista para el futuro, absolutamente.

—¿Cómo percibe al actual bloque oficialista de Diputados? ¿Hay deserciones? ¿Qué alianzas prevé para la Cámara a partir del 10 de diciembre?

—Estuve hablando con Agustín Rossi y el bloque está firme. Lo que va a quedar expuesto el 10 de diciembre, con la nueva integración de la Cámara, es que lo que dijeron en la campaña electoral los distintos sectores de oposición deberán concretarlo en hechos y actos. Porque es muy fácil hablar de la redistribución de la riqueza sin decir a quién le sacamos para darle a quién. Dicho así, es nada más que una afirmación retórica. Por eso, en la cancha se ven los pingos.

—Algunos hablan de que no hay futuro para el kirchnerismo. Otros señalan que del 2003 para acá el kirchnerismo consolidó una franja electoral del 30%.

—Yo lo que creo es que perdimos votos, aunque es cierto que se avanzó del 2003 en adelante. No hay que autoengañarnos, pero acá nadie murió. “Los muertos que van matando gozan de buena salud”, hay que decirles a algunos que están presagiando la muerte del kirchnerismo, del peronismo y el revivir de la derecha y los sectores económicos concentrados. Eso es lo que quisieran, pero me parece que se equivocan. Nosotros estamos vivitos y coleando, y además con mucha fuerza para recuperar lo que perdimos.

—El kirchnerismo ¿sigue siendo la fuerza política que lleva la bandera de la defensa del Estado para intervenir en la economía y arbitrar ante el mercado en defensa de los más débiles?

—Esa es la esencia del peronismo, que nació realmente para llegar a una sociedad más igualitaria. Por eso la defensa de los trabajadores, de los desposeídos como decía Evita. Esas son nuestras fuentes y en eso vamos a seguir peleando.

—Hoy no resulta sencillo definir quién es peronista…

—No basta cantar la marcha, no basta golpearse el pecho y gritar “Viva Perón”. Hay que actuar como peronista. Hay muchos que no sé si se tiñeron el pelo, pero no son peronistas. A mí no me pueden decir que Macri es peronista… El peronismo es un movimiento muy amplio con muchos sectores de opinión, pero hay que tener la esencia, que son las tres banderas. Si uno apoya el golpe a Honduras no puede ser peronista. Si uno no está por la redistribución de la riqueza, concretamente diciendo a quién se le saca para darle a quién, no es peronista. Si uno quiere seguir dependiendo del Fondo Monetario Nacional, no es peronista. Más que dar nombre y apellido, esos son datos concretos de lo que yo creo que es el posicionamiento peronista. Lo otro, solo sirve para engañar y confundir al pueblo.

“Queremos salir de la legislación laboral de la dictadura”

—Omar Plaini, en una entrevista para ZOOM, dijo que la CGT va a discutir la ley de contrato de trabajo para volver a la original de Norberto Centeno. Usted es autor de numerosas correcciones a la ley actual. ¿Puede ser posible, con esta coyuntura, que el movimiento obrero logre ese objetivo?

—Eso es lo que hablamos con la CGT. Es más, el año pasado le hicimos un homenaje a Norberto Centeno el 7 de julio en la CGT y vinieron Néstor y Cristina. Además, yo fui compañero de trabajo de Centeno asesorando a los gastronómicos y él fue el númen de la ley de Contrato de Trabajo del año ’74. Y yo era un perejil, pero ayudaba. Mi eje, con relación a lo laboral, es salir de la legislación laboral de la dictadura. Te voy a contar una anécdota poco conocida: en las elecciones del ‘83 participé en los equipos políticos y me tocó redactar la parte laboral de la plataforma electoral del PJ. Más o menos, en términos generales, decía que no solamente por las razones de fondo, sino por un imperativo ético, la primera ley que iba a sancionar el gobierno (suponíamos que Luder ganaba) era derogar toda la legislación laboral de la dictadura, poner en vigencia la anterior y después se discutía cómo mejorarla. Queremos poner en vigencia la ley de Centeno. Lo vamos a trabajar con Plaini a partir del 10 de diciembre y ahora se va a enriquecer el trabajo con la presencia de Julio Piumato, que ya accede a la banca hasta fin de año en reemplazo de Jorge Coscia (que asumió como secretario de Cultura).

—¿Van a trabajar para que quede constituido el Consejo Económico y Social con una ley del Congreso?

—Es una vieja aspiración de la central obrera. Hay que tener mucha grandeza de los sectores empresarios para que no haya gatopardismo y pequeñeces. Creo que hay que ir a las fuentes y releer el acta de compromiso nacional de junio de 1973 para ver la riqueza y profundidad que tenía un acuerdo social como el que en aquel momento se firmó entre el movimiento obrero, el sector empresario y el gobierno. Entre José Gelbard (por el ministerio de Economía), José Rucci (por la CGT) y Julio Broner (por la CGE).

—¿También la CGT va a trabajar el aumento de las asignaciones familiares y en el combate al trabajo en negro?

—Yo tengo dos proyectos que me parecen muy trascendentes con relación al trabajo en negro y para buscar vías oblicuas para que baje. El primero se aprobó casi por unanimidad en Diputados y está en Senadores. Ojalá que los compañeros senadores se acuerden de que ya está y le metan manija. ¿De qué se trata? Pagarle subsidio por desempleo al trabajador en negro despedido. Lo protegemos, desincentivamos este tipo de contratación (que es un delito) y al mismo tiempo conseguimos algo que Perón decía: “la gente es buena y si uno la controla es mejor”. Hay un problema estructural del Estado argentino, que es la dificultad de controlar la aplicación de las leyes en cualquier materia. Esto lo escribí 10 días antes de Cromañón, que es un ejemplo paradigmático de lo que no debe suceder por falta de control. ¿Por qué digo eso? Cada compañero en negro despedido, que va al Ministerio de Trabajo a pedir que le paguen subsidio por desempleo, se convirtió en un inspector de policía de trabajo gratis y esta diciendo: “Ahí donde yo laburo hay trabajo en negro”.

—¿Cuál es el otro proyecto?

—El segundo, y aquí hay una diferencia con la CTA, es una asignación universal por hijos que nosotros la planteamos en dos etapas. La primera es que se le pague salario familiar a todos los trabajadores de la entidad privada que no lo perciben. ¿Quiénes son? Los que están en negro, porque los otros, como hay un fondo compensador, tienen el beneficio. El que está en blanco cobra siempre el salario de desempleado. Basta que el trabajador vaya con la fotocopia de la partida de nacimiento y firme en una declaración jurada y diciendo dónde labura para que se le pague el salario familiar por hijo, porque ahí tenemos otro más para ver dónde tenemos trabajo en negro. Otra vez tenemos inspector de policía de trabajo gratis. Cuando hayamos terminado esta etapa, entonces ahí vamos a asignación universal. Pero empecemos por esto, que tiene un valor agregado. Por eso digo que el combate contra el trabajo en negro tiene en mí a un peleador.

www.revista-zoom.com.ar/articulo3186.html

Por Roberto Koira para Revista Zoom

viernes, 10 de julio de 2009

"Antes de fin de año asistiremos al debate de la Ley de Medios"


ENTREVISTA A GABRIEL MARIOTTO
El interventor del COMFER niega que el resultado electoral del 28 de junio afecte la llegada al Congreso de la Ley de Servicios Audiovisuales antes de que finalice 2009. Considera al proyecto un "tratado de vanguardia", critica al establishment mediático por ocultar el debate y responde preguntas sobre todos los puntos controvertidos de la iniciativa.

Después del traspié electoral del gobierno nacional el domingo 28 de junio, el interventor del COMFER, Gabriel Mariotto, salió a ratificar que el proyecto de Ley de Comunicación Audiovisual gozaba de buena salud y que una vez cumplidos los pasos establecidos (faltan realizar foros de consulta en Formosa, Ushuaia y el conurbano) ingresaría en el Congreso para ser tratado. Para tener un panorama más claro, Revista ZOOM conversó con Mariotto sobre el proyecto que busca dejar atrás 25 años de vergüenza de una ley de la dictadura y crear una comunicación para todos.

—El resultado de las elecciones ¿dejó golpeada a la iniciativa de Ley de Servicios Audiovisuales o este escenario acelera su ingreso al parlamento?

—Nunca la ley fue parte del cronograma electoral. La decisión de la Presidenta de la nación siempre fue la de enviar la ley al Congreso durante este año. Lo dijo el 1º de marzo en la apertura de sesiones parlamentarias: este es el año del debate de esta ley, así que estamos en tiempo y cumpliendo bien la tarea. El 18 de marzo se presentó la ley y estamos concluyendo los foros. Se sistematizarán esos aportes y llegará al Congreso, donde asistiremos al debate antes de fin de año.

—Y permitirá sacar de circulación una norma de la dictadura, con todo lo que esto implica…

—Con esta ley censora, restrictiva y monopólica, emparchada por decreto de necesidad y urgencia en los ‘90, hay un condicionamiento de la pluralidad. Entonces, el desafío de poder manifestar expresiones de cultura popular, por ejemplo, se ve limitado por la decisión de 4 o 5 empresarios que manejan el mercado de las comunicaciones. Que haya pluralidad significa que existan más expresiones culturales con posibilidades de poder sostenerse y consolidarse. Será un lindo desafío vivir en democracia comunicacional, porque no estamos acostumbrados a eso.

El silencio de los monopolios

—¿Qué opinión te merece la indiferencia de los grandes medios con respecto a la ley?

—Creo que se han dado la estrategia de silenciar, porque quieren sostener este statu quo favorable para ellos. Lo que más le duele al establishment mediático es que se discuta, ya que al poner en el centro de la escena ejes de debate comunicacional, aparecen opciones u opiniones que atentan contra esa construcción actual y que cuestiona la consolidación de este sistema, que les permite vivir monopólicamente o tener un diseño monopólico sin que nadie lo haya discutido. Entonces, el silencio es parte de la estrategia. No discutir es lo peor que les puede ocurrir en la etapa previa a la sanción de una ley de la democracia.

—Y siempre encuentran un portavoz dispuesto a hablar por sus intereses.

—El establishment mediático pensó que esta ley de la democracia y que la Presidenta de la Nación iba a enviar al Congreso era una grosería restrictiva y no un marco jurídico basado en la declaración de principios de derechos humanos de organismos internacionales. Con foros participativos y con toda la asistencia de la legislación internacional de los países más desarrollados en libertad de expresión. O sea, que es un tratado de vanguardia. Los relatores de libertad de expresión de la ONU y de la OEA explican que siempre América miró a Europa o a Canadá para hablar de libertad de expresión y hoy es el mundo el que está mirando el debate que se está dando en América Latina, donde el eje es la ley de la democracia de nuestro país. Entonces se me ocurre que este desarrollo intelectual, que está volcado en un marco jurídico para discutir en el Congreso, es novedoso y muy plural. Es un concepto de un Estado que tiene que garantizar la democracia comunicacional, para profundizar la vida democrática de los ciudadanos.

La riqueza del debate

—¿Cómo es la experiencia de las audiencias públicas? Y en ese marco, ¿cómo fue que en Corrientes, al negarles una escuela, terminaron dando el debate en una plaza pública?

—El gobernador Colombi, al intentar impedir el foro por la ley en una institución, le terminó poniendo un condimento épico. Fuimos a la plaza y nos rodeamos con mucha más gente que opinó de la ley. Los foros son un fenómeno interesante, que entiendo que va a ser copiado por la construcción de otras leyes. Así que estamos muy conformes y contentos, porque la mirada crítica de distintos actores o sectores ciudadanos le da una profundidad muy fuerte y enriquece mucho la propuesta original.

—¿Cuál es la respuesta de la gente?

—Hay mucho debate y muchas ganas de opinar. Eso, en la medida que enriquece el proyecto, les sirve de respaldo a los legisladores para que cuando este proyecto llegue al Congreso no solo reciban las presiones del establishment mediático, para evitar que se trate, sino que haya una sociedad que se ha movilizado y que tiene cosas por decir.

Todo lo que querías saber acerca del proyecto

—¿Cómo se va a sustentar ese 33% de los medios audiovisuales que la Ley fija para las ONG?

—Hay una reserva de espectro del 33 % para que las personas jurídicas sin fines de lucro puedan emitir. Se me ocurre que es un hecho muy importante, para que la comunicación no sea solo un comercio sino que sea un servicio. En última instancia, es tan honesto querer ganar dinero como difundir ideas.

—¿Cómo harán esos actores, que no tienen tantos recursos, para sostenerse en el tiempo y que,a poco de haberse adjudicado una señal, no venga Clarín u otro que tenga plata y les compre el medio?

—De los tributos que recibe el COMFER hay una distribución de esos recursos y hay un porcentaje que está destinado al fomento de las emisoras de las asociaciones sin fines de lucro. Es decir, del mismo modo que se financia el cine se va a solventar la comunicación de las organizaciones sociales.

—¿Habrá un apoyo estatal fuerte, entonces?

—Sí, será un vínculo para que la redistribución del dinero que ingresa al COMFER también caiga sobre la producción de las emisoras sin fines de lucro. Si los directores de cine han conformado una industria con el apoyo del Estado, creo que de la misma forma se va a abordar el tema de la comunicación.

—Hay quienes opinan que esta ley no defiende el espacio radioeléctrico como un espacio de dominio público propiedad de los argentinos a través del Estado. ¿Es así?

—Las ondas hertzianas deacuerdo a los tratados internacionales de derechos humanos son patrimonio de la humanidad y no de ningún Estado. Por eso la ley se define como de interés público: respetando que es un patrimonio de la humanidad, lo administra el Estado. Si esto fuera una ley de servicio público, las ondas hertzianas caerían en el Estado y dejarían ser de la humanidad. Es una cuestión filosófica. La administración está dada por el Estado, pero la pertenencia sigue siendo de la humanidad, por eso es una ley de interés público.

—¿Quién se quedará con las nuevas señales producto de la digitalización?

—Cuando el Estado concursa asigna una señal, no una frecuencia. Cuando una frecuencia es igual a una señal, Canal 9 emite una señal por la frecuencia 9, y todo es más fácil. Ahora, cuando en esa frecuencia pueden emitir 5 señales, el Canal 9 tiene un aspecto concursado por lo que va a seguir teniendo una señal. Los otros megahertz, es decir los otros 4 megahertz y medio que quedan, pueden incluir 5 nuevos concursos. La digitalización es una herramienta técnica que genera pluralidad y tiene que haber un marco jurídico que la garantice, para que no haya una potencialidad de pluralidad que nazca o que se sesgue en la concentración.

—¿Qué les respondés a los que afirman que, al permitir el ingreso de las Telefónicas al negocio, este proyecto de ley de Medios pretende cambiar un monopolio por otro?

—Que lean con detenimiento y responsabilidad la propuesta del proyecto y que, en cualquier caso, se preparen para debatir este y todos los aspectos emergentes en el Congreso, de la misma manera que se hizo en los Foros. La clave está en la liberación de los ductos como manera de abrir el acceso de nuevos actores en la prestación de servicios. Lo que esta ley exige como características de los prestadores, topes y jurisdicciones hace imposible cualquier tipo de monopolio.

—¿Por qué no podemos ver Telesur por un canal de aire o cable?

—Las señales de cable no son objeto de sanción de la ley actual de la dictadura, ya que cuando se promulgó se tomó al cable como un servicio complementario y esas señales no son objeto de ley. En función de eso es que no se puede establecer una grilla que incluya diversidad y estamos como rehenes del diseño que le quiere dar cada empresa. Nosotros pretendemos que haya pluralidad en la distribución de las señales de cable, pero que a su vez estas sean objeto de ley para poder establecer una grilla, donde quien distribuye tenga el deber de incorporar también las señales de la competencia. Si no, se genera una distorsión de quien produce contenidos y además los distribuye, ya que privilegia los propios en detrimento de la competencia. Eso genera posiciones dominantes en el mercado.

—¿La nueva ley destruye esa lógica?

—Va a permitir que el Estado pueda opinar para regular la grilla con contenidos mínimos que garanticen pluralidad.

—¿Vamos en camino a tener un canal de noticias estatal?

—El Sistema Nacional de Medios Públicos tiene ese desafío, el de un canal de noticias del Estado. Me parece que es una linda propuesta, muy sólida y muy buena.

—Cuando la ley se sancione, ¿se prevé barajar y dar de nuevo con el tema de las licencias? ¿Qué se va a hacer con los 10 años de prórroga de las licencias que se les otorgaron a los canales de aire?

—La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no interviene con respecto al decreto que les otorgó 10 años más para que los empresarios puedan refinanciar sus deudas. Sí van a existir nuevos concursos y nuevos planes técnicos y se van a concursar nuevas señales. El resto es un tema de la justicia. Seguramente quienes recibieron esos 10 años más van argumentar derechos adquiridos. Sin embargo, la ley no está facultada para alterar ese beneficio que han tenido tanto los grandes medios como los que no lo son.

—¿Cuándo comienza la digitalización?

—Falta un tiempo para el apagado analógico, para que solo se emita en digital. Van a pasar unos cuantos años todavía.

—¿Cuándo vas a considerar que el objetivo que te propusiste con esta ley va estar cumplido?

—Cuando se sancione en el Congreso.

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Por Roberto Koira para Revista Zoom