De China a Argentina y de la Argentina a Francia. La vida de Liu Song es la del inmigrante, empujado por diversas necesidades. En este caso, el hombre que ganó la medalla de oro en los últimos Panamericanos en tenis de mesa cautivó a los nuestros con su festejo en la final. Nacionalizado argentino, pero entrenándose en París, apunta para ser el Vilas de una actividad que podría multiplicarse si los medios le brindasen más atención.
Por Roberto Koira para revista Un Caño
“Por equipos somos candidatos para llevarnos una medalla, pero este va por el oro”, le vaticinó Pablo Tabachnik a Un Caño antes de los comienzos de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, en el comedor de la Villa mexicana. Liu Song estaba sentado a su lado y no omitió palabra. No fue por respeto oriental, es todavía tenía que concretar el presagio de su compañero y amigo.
Song siempre fue candidato a ser oro panamericano, por su nivel de juego, pero no podía concretar su sueño. En 1999, en Winnipeg, el estadounidense David Zhuang fue el obstáculo que hizo que tenga que conformarse con la plata. Lo mismo le pasó en el 2007, Río de Janeiro, cuando el que le dijo no fue el dominicano Ju Lin.
Estas dos platas individuales se les sumaban a tres más en modalidad por equipos (1999, 2007 y 2011) y a dos bronces (individual y dobles en Dominicana 2003). Muchas medallas pero ninguna de oro era el saldo de Song.
Pero en Guadalajara terminó la racha adversa y, tras derrotar al mexicano Marcos Madrid por 11-8, 11-6, 5-11, 11-7 y 11-9, Song logró su primera presea dorada en tenis de mesa, junto con un lugar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Son recordados su corrida triunfal y sus saltos tras ganar el último punto, tanto como su saltito a la tarima en el momento de la premiación.
Sí, Song nació en China (12 de mayo de 1972 en Guangxi), pero su amor por Argentina lo hizo festejar como un latino desaforado. No es para menos: es el primer oro de nuestro país en el deporte que es su pasión desde chico y lo consiguió representando a la tierra que tomó como propia
- ¿Que se te pasó por la cabeza cuando ganaste la medalla de oro en Guadalajara?
- Me puse muy contento, sentí una gran alegría. Por eso la corrida final, me quería abrazar con todos. Después de tres Juegos Panamericanos y cuatro medallas de plata, ya no podía esperar más para sacar una medalla de oro. Cuando gano último punto, me digo: ¡al final la tengo!
- ¿Cuándo llegaste a Argentina y como te integraste sin saber castellano?
- Llegué en 1995. Mi familia vino cinco años antes para instalar una lavandería en Floresta, y yo me quedé en China porque no sabía si acá se jugaba tenis de mesa. Pero los comencé a extrañar mucho y decidí venirme a Buenos Aires. Al principio fue difícil porque no sabía una palabra de castellano. Cuando empecé en el ambiente del tenis de mesa hablaba inglés, y después, poco a poco, comencé a probar con el castellano.
- ¿Cómo era tu vida en China antes de venir a Buenos Aires?
- Como la de todo el mundo: iba a la escuela y luego a centro de entrenamiento. Allá la preparación era muy estricta.
Song asistió a un colegio especial para deportistas; llegó a entrenar hasta de noche y estuvo entre los ocho mejores de China, una potencia mundial en este deporte. En el ranking mundial de la especialidad los tres primeros son de esa nacionalidad (Ma Long, Wang Hao y Zhang Jike) y el quinto, sexto y octavo de los top ten, también (Ma Lin, Wang Liqin y Xu Xin). Song estuvo 85 en ese ranking y ahora quedó 93. Es el único latinoamericano entre los cien primeros.
- ¿Qué extrañabas de China cuando viniste a Buenos Aires?
- Muchas cosas… El idioma, la cultura, la comida... Todo era muy distinto en Argentina. Aunque lo que más me llamó la atención fue que no veía bicicletas. Allá es un medio de transporte para la mayoría de la gente, pero acá solo la usan algunos. Encima tenés que tener mucho cuidado para que algún automovilista no te pise por la calle.
- ¿Quiénes fueron las primeras personas que te ayudaron en Argentina?
- Mi hermana Liu Hua me ayudó a acercarme al deporte en Argentina. Pero un día fui al CENARD con mi paletita y me presenté allí. Después me hice ciudadano argentino, en 1998, y de ahí no paré más. Desde ese momento represento a Argentina en todos los torneos que puedo, en los importantes y en los que no lo son tanto. Yo siempre quiero jugar para el país.
- ¿Por qué decidiste representar a Argentina en los distintos torneos?
- Es una manera de estar cerca. Además, quiero seguir mi carrera hacia el más alto nivel y representar a Argentina me permite ambas cosas.
- ¿Cómo fue el primer torneo que jugaste en Argentina, cómo te sentías?
- Fue un Campeonato Nacional, y lo gané. Ahí me di cuenta que el nivel que había acá no era muy alto, no tuve problemas para llevarme ese campeonato. Lo digo sin soberbia: en China la competencia es muy dura, mucho más que acá. A nivel continental, la cosa viene más pareja, por eso me costó tanto llegar a la medalla de oro panamericana. En los Juegos ODESUR me pude dar el gusto de llegar a lo más alto (fue presea dorada a nivel individual, en Buenos Aires 2006, y en dobles con Pablo Tabachnik, en Medellín 2010).
- ¿Quiénes son tus amigos en el ambiente del tenis de mesa?
- Jugadores como Martin Paradera, Pablo, Tabachnik y Gastón Alto. Compartimos muchas horas en los torneos, entrenamos y nos llevamos muy bien. Son como mi familia. Son muchos años juntos representando a Argentina.
- ¿Cómo es vivir en Francia, pero tener el corazón en Argentina, ya que seguís representando al país?
- Vivo en Francia (en Burdeos) porque puedo mantener mi nivel de juego debido a las competencias que hay en Europa. Pero igual hace quince años que represento a Argentina. Mi idea es regresar al país cuando me retire de la actividad. Extraño, sobre todo los asados, aunque por suerte acá estoy con mi mujer y mis hijos que hacen que la lejanía no sea tan dura.
- ¿Creés que el tenis de mesa no tiene gran difusión en Argentina y que es por eso que tuviste que irte a Francia?
- Yo me fui a Francia hace diez años porque no había tanta competencia a nivel nacional, y eso me impedía superarme. Por suerte, ahora hay un grupo de chicos que se entrenan todos los días en el CENARD y pueden jugar varios Pro Tour (los torneos más importantes de tenis de mesa) fuera del país. Esto es bueno para su evolución como jugadores. Pero hace diez años yo no podía ni entrenar, ni jugar mucho en Argentina.
- ¿Con que te conformás en Londres 2012?
- Con llegar lo más alto posible, porque es un torneo muy difícil. Ahora lo más importante es que no sea el único representante de Argentina y que varios de mis compañeros puedan estar en los Juegos. En lo que respecta a mi preparación para Londres, la voy a repartir entre jugar unos Pro Tour. Y la voy a complementar con un trabajo en un campo de entrenamiento.
- ¿Después de los Juegos Olímpicos te vas a retirar?
- Depende del resultado que obtenga. Aunque se acerca el final, siento que todavía tengo cuerda para rato. Esta medalla de oro panamericana lo demostró.
- ¿Qué le falta al tenis de mesa para ser más popular?
- Necesitamos más gente como ustedes (lo dice por Un Caño) que nos ayude a difundir nuestro deporte. Si se difundiera más por televisión, radio o los diarios, podríamos tener más jóvenes participando en el tenis de mesa. Quizás de ese modo algún un día pueda ser un deporte más popular.
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