domingo, 16 de diciembre de 2012

LA VIOLENCIA GANO POR GOLEADA EN LA FINAL DE COPA SUDAMERICANA

San Pablo, 13 de diciembre (Télam, por Roberto Koira, enviado especial).- La violencia fue otra vez protagonista y ganó por goleada en la final de la Copa Sudamericana, pese a que, para la estadística, quedará que San Pablo vencía a Tigre por 2-0 al término del primer tiempo en el estadio Morumbí y que el árbitro chileno Enrique Ossés dio por vencedor al equipo local por ´abandono´, con lo que fue declarado campeón.
Así, el ´vale todo´ se instaló nuevamente en el fútbol sudamericano bajo la pasividad del presidente de la Conmebol, Nicolás Leoz, quien se retiró del estadio sin hacer declaraciones.
Antes, fue la crónica del horror, que arrancó en el final del primer tiempo con victoria parcial de San Pablo, cuando la estrella local Lucas le recriminó un codazo al defensor de Tigre Lucas Orban, que le hizo sangrar la nariz.
El astro brasileño le mostró el apósito ensangrentado sobradoramente y allí se produjo un tumulto general entre jugadores de ambos equipos ante la pasividad de Ossés, quien expulsó al futbolista local Paulo Miranda.
Pero la cuestión siguió en los vestuarios, donde el equipo argentino fue, de acuerdo a lo denunciado por la delegación, emboscado y agredido físicamente por la seguridad paulista y la Policía Militar de esa ciudad brasileña.
Luego el DT de Tigre, Néstor Gorosito, ratificó la agresión a sus futbolistas e informó que el equipo no saldría a jugar el segundo tiempo.
El arquero Damián Albil detalló: "Que nos apedreen el micro antes de empezar el partido hasta puede entenderse como dentro del `folclore` del fútbol. Pero que te manden 15 tipos a que te caguen a trompadas cuando estás entrando al vestuario, no es lógico".
Justamente, el guardavallas recibió de parte de los encargados de la seguridad "un culatazo" en el pecho, antes de ser apuntado "por un arma de fuego", según describió.
"Fue una cosa de locos. Que te estén atacando con palos, botellas, te corten la luz y de repente sea una batalla campal, todos contra todos, con gente de dos metros y entrenada para combatir. Acá no murió nadie de casualidad", concluyó el ex Estudiantes de La Plata.
Ante la actitud del equipo argentino, la Conmebol, en vez de corroborar la agresión, decidió darle la Copa a San Pablo y lo hizo a través de su presidente, Nicolás Leóz.
El veedor de la máxima entidad sudamericana, el boliviano Romer Osuna, justificó la suspensión del partido por la actitud de "abandono" de la delegación argentina
Al enterarse de la determinación tomada, los jugadores del San Pablo empezaron a festejar junto a su público y a dar la vuelta olímpica, con invasión de campo de sus hinchas, decenas de ellos luego apresados en forma violenta por la misma policía local.
El cuadro se completó con el traslado al campo de juego de la tarima para recibir la Copa y las medallas por la consagración. En tanto, en los carteles luminosos del estadio se saludaba a San Pablo como nuevo campeón de la Copa Sudamérica y celebraba su ingreso a la Copa Libertadores.
Este escenario fue, entonces, similar a los viejos partidos de Copa, donde al local se le permitía todo.
Desde su llegada a San Pablo, Tigre fue amedrentado, `ninguneado`, al punto que no se le dejó reconocer el campo de juego (recién se lo permitieron 80 minutos antes del partido). Además, el conjunto de Victoria debió entrenarse en el jardín de su hotel.
En el momento en que los jugadores del ´Matador´ por fin pisaron el césped del Morumbí, la seguridad privada del club paulista comenzó a amedrentarlos y a empujarlos. Eso solo fue el inicio de lo que se concretaría después.
Esta fue una actitud sin sentido de parte de San Pablo, un equipo muy superior futbolísticamente a Tigre, que quizá hubiese ganado por cifras superiores de haber continuado el partido. Así oscureció su conquista y volvió a instalar el `vale todo` en el fútbol bajo la mirada cómplice de Conmebol.
Por si fuera poco, una vez que se dio por culminado el encuentro, en los accesos al vestuario se registraron agresiones por parte de la seguridad privada para con los periodistas argentinos, quienes fueron siempre mal atendidos por el club local debido a la gran desorganización y desidia. Incluso, algunos medios hasta fueron amenazados por armas de fuego.
La cosa no terminó allí, ya que plantel del ´Matador´ se fue del estadio con custodia policial y los enviados argentinos se debieron refugiar para no volver a ser agredidos por los custodios del San Pablo, hinchas y hasta de la policía local que se jactaba de la situación.
Solo los colegas locales se solidarizaron y coincidían que lo sucedido era una verdadera vergüenza, en un país que organizará el próximo Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016. Es que lo de anoche dejó un verdadero interrogante sobre lo que puede pasar si Brasil no resultara campeón de ese torneo ecuménico.
Tras el bochorno, el plantel de Tigre, acompañado por el cónsul argentino Jorge Agustín Molina, radicó una denuncia ante la policía judicial brasileña por la agresión sufrida en el vestuario visitante del estadio Morumbí por parte de la seguridad privada de San Pablo.
Mientras tanto, la dirigencia del club paulista justificó los hechos de violencia y dio la versión de que la seguridad privada actuó de esa manera debido a que los jugadores visitantes pretendían llegar al vestuario local para agredir a sus rivales, algo desmentido por los futbolistas de Tigre.
Ahora, San Pablo festeja una copa, luego de 45 minutos de juego, con la que intenta tapar que uno de sus rivales más fuertes, Corinthians, clasificó a la final del Mundial de Clubes.
Tigre, por su parte, que viajó por la hazaña a tierras brasileñas, se fue con la ilusión rota y ´molido´ a palos.
Mientras, el fútbol sudamericano agregó una nueva página ´negra´ a su rica historia y el nivel organizativo brasileño sembró un manto de dudas a un año y medio del Mundial. (Télam).

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