Por Roberto Carlos Koira para Caras y Caretas
Un medallista de oro en los Panamericanos es una de las
esperanzas en los próximos Juegos Olímpicos. Sebastián Crismanich buscará el
podio en taekwondo.
Sebastián Crismanich (30/10/1986)
fue durante mucho tiempo el diamante en bruto del taekwondo en la
Argentina. Dueño de un talento indiscutible, no despegaba internacionalmente
aún con dos títulos panamericanos (2005 y 2007) y un sudamericano (Chile 2008). Las
cosas empeoraron en 2010 cuando se desató un conflicto por la existencia de dos
federaciones paralelas en la actividad y, además, la Confederación Argentina fue embargada. Todo
eso determinó que no hubiera fondos para
entrenar y hacer giras. Pero el año pasado todo cambio para el joven
correntino. Con el apoyo del Ente Nacional de Alto Rendimiento
Deportivo (Enard) pudo prepararse para los Panamericanos de
Guadalajara durante 25 días en San Luis Potosí (México). Tres turnos diarios de entrenamientos y los resultados
fueron inmediatos: ganó todos los combates de preparación. En la
categoría hasta 80 kilos logró la medalla dorada en Guadalajara y en el
Preolímpico de Querétaro. Su gran noche llegó cuando venció al nicaragüense nacionalizado estadounidense Steven
López, un bicampeón olímpico y cinco veces campeón mundial. Medalla
de plata en los recientes Open de Holanda y Bélgica, superado con lo justo por
el británico Aaron Cook, campeón europeo, mundial y una de las estrellas de
este deporte. Se prepara en Córdoba, donde vive con su hermano Mauro, que
también compite, pero en la categoría hasta 58 kilos.
¿Qué le significó la medalla de oro en Guadalajara?
Los
Panamericanos fueron un antes y un después. La Confederación Argentina de
Taekwondo estableció un vínculo con el Enard
para que la preparación. Con este apoyo pudimos afianzar los trabajos técnicos,
tácticos y la confianza mutua para llegar a la competencia con el menor margen
de error.
¿Su última gira europea le
permitió saber dónde está parado?
Claro. Estos
abiertos están considerados entre los mejores del mundo. Esto permite que
sigamos aprendiendo sistemas de combate y técnicas que se van adaptando las
diferentes selecciones y podamos incorporar herramientas nuevas en nuestro
estilo. A la vez, el conocimiento de los demás competidores nos hace poder leer
mucho mejor cada combate.
¿Qué sentía cuando no podía competir?
Impotencia. Yo daba
mi mejor entrega en los entrenamientos y muchas veces, por inexperiencia y
falta de combates al mejor nivel, perdía en instancias decisivas. Muchos
atletas teníamos el sentimiento de ser como diamantes en bruto: el potencial
estaba, pero faltaba el trabajo final para poder brillar. Hoy en cambio tengo
los tres respaldos: la Secretaría de Deportes de la Nación, el Enard y la Confederación
Argentina de Taekwondo. Creo que podemos lograr resultados históricos para el
deporte de nuestro país.
¿Su familia es parte del equipo que ayuda en su carrera?
Con mi hermano Mauro
formábamos la pareja perfecta de entrenamiento. Mi madre nos ayudaba durante la
semana para que podamos estudiar, entrenar y alimentarnos bien. Mi papá
manejaba nuestra carrera y todo lo que tiene que ver con entrenadores, torneos
y conseguir los fondos. Nacimos en Corrientes, donde el taekwondo olímpico
apenas empezaba a practicarse y llegar a la Selección argentina parecía una
ilusión. Esta unión familiar fue la clave. Hasta que cumplí los 15 años, Mauro era
más fuerte y más grande. A la hora de la práctica no mostraba piedad conmigo.
Eso me ayudó a ganar confianza a la hora de competir. Luego empecé a pegar los
famosos estirones y pude devolverle las patadas recibidas.
¿Cómo
se ve para los Juegos Olímpicos?
Somos 16 en la
categoría y todos buscamos medallas. Me prepararé haciendo la parte física
fuerte en la Argentina y luego iré a Europa para la parte táctica, técnica y ejercitar
en situación real de torneos. El objetivo es ganar las preliminares y meterme
en el medallero. Llegado a esa instancia, Dios mediante, dejaré todo en busca
del oro.
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