lunes, 18 de junio de 2012

De Corrientes a Londres

Por Roberto Carlos Koira para Caras y Caretas

Un medallista de oro en los Panamericanos es una de las esperanzas en los próximos Juegos Olímpicos. Sebastián Crismanich buscará el podio en taekwondo.

Sebastián Crismanich (30/10/1986) fue durante mucho tiempo el diamante en bruto del taekwondo en la Argentina. Dueño de un talento indiscutible, no despegaba internacionalmente aún con dos títulos panamericanos (2005 y 2007) y un sudamericano (Chile 2008). Las cosas empeoraron en 2010 cuando se desató un conflicto por la existencia de dos federaciones paralelas en la actividad y, además,  la Confederación Argentina fue embargada. Todo eso determinó que no hubiera fondos  para entrenar y hacer giras. Pero el año pasado todo cambio para el joven correntino. Con el apoyo del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) pudo prepararse para los Panamericanos de Guadalajara durante 25 días en San Luis Potosí (México). Tres turnos diarios de entrenamientos y los resultados fueron inmediatos: ganó todos los combates de preparación. En la categoría hasta 80 kilos logró la medalla dorada en Guadalajara y en el Preolímpico de Querétaro. Su gran noche llegó cuando venció al nicaragüense nacionalizado estadounidense Steven López, un bicampeón olímpico y cinco veces campeón mundial. Medalla de plata en los recientes Open de Holanda y Bélgica, superado con lo justo por el británico Aaron Cook, campeón europeo, mundial y una de las estrellas de este deporte. Se prepara en Córdoba, donde vive con su hermano Mauro, que también compite, pero en la categoría hasta 58 kilos.

¿Qué le significó la medalla de oro en Guadalajara?

Los Panamericanos fueron un antes y un después. La Confederación Argentina de Taekwondo  estableció un vínculo con el Enard para que la preparación. Con este apoyo pudimos afianzar los trabajos técnicos, tácticos y la confianza mutua para llegar a la competencia con el menor margen de error.

 ¿Su última gira europea le permitió saber dónde está parado?
 
Claro. Estos abiertos están considerados entre los mejores del mundo. Esto permite que sigamos aprendiendo sistemas de combate y técnicas que se van adaptando las diferentes selecciones y podamos incorporar herramientas nuevas en nuestro estilo. A la vez, el conocimiento de los demás competidores nos hace poder leer mucho mejor cada combate.

¿Qué sentía cuando no podía competir? 

Impotencia. Yo daba mi mejor entrega en los entrenamientos y muchas veces, por inexperiencia y falta de combates al mejor nivel, perdía en instancias decisivas. Muchos atletas teníamos el sentimiento de ser como diamantes en bruto: el potencial estaba, pero faltaba el trabajo final para poder brillar. Hoy en cambio tengo los tres respaldos: la Secretaría de Deportes de la Nación, el Enard y la Confederación Argentina de Taekwondo. Creo que podemos lograr resultados históricos para el deporte de nuestro país.

¿Su familia es parte del equipo que ayuda en su carrera?

Con mi hermano Mauro formábamos la pareja perfecta de entrenamiento. Mi madre nos ayudaba durante la semana para que podamos estudiar, entrenar y alimentarnos bien. Mi papá manejaba nuestra carrera y todo lo que tiene que ver con entrenadores, torneos y conseguir los fondos. Nacimos en Corrientes, donde el taekwondo olímpico apenas empezaba a practicarse y llegar a la Selección argentina parecía una ilusión. Esta unión familiar fue la clave. Hasta que cumplí los 15 años, Mauro era más fuerte y más grande. A la hora de la práctica no mostraba piedad conmigo. Eso me ayudó a ganar confianza a la hora de competir. Luego empecé a pegar los famosos estirones y pude devolverle las patadas recibidas.

 ¿Cómo se ve para los Juegos Olímpicos? 
Somos 16 en la categoría y todos buscamos medallas. Me prepararé haciendo la parte física fuerte en la Argentina y luego iré a Europa para la parte táctica, técnica y ejercitar en situación real de torneos. El objetivo es ganar las preliminares y meterme en el medallero. Llegado a esa instancia, Dios mediante, dejaré todo en busca del oro.

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