El desborde ocurrió cuando los hinchas rompieron el alambrado que los separaba de la cancha y se abalanzaron sobre los futbolistas para saludarlos o lograr que estampen su firma en alguna camiseta.
A pesar del desorden, todo se desarrolló en absoluta tranquilidad, aunque el panorama no fue acorde a una pretemporada adecuada en materia de seguridad.
Una imagen de esto la dio el entrenador Bianchi, quien fue rodeado por más de 10 hinchas que charlaban con él mientras le pedían autógrafos. (Télam).-
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