viernes, 30 de abril de 2010

“Tendría que haber juzgados especializados para los delitos de lesa humanidad”


En el marco de la megacausa ESMA, P&M conversó con Víctor Basterra, uno de los testigos que prestará testimonio mañana. Al fundamentar la necesidad de crear tribunales especiales, el ex detenido-desaparecido dijo que “un mismo juzgado no puede investigar a un tipo que robó un banco y a otros que secuestraron, torturaron y desaparecieron a miles de personas”.

Este viernes continuarán los testimonios por la megacausa de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), que investiga los crímenes de los represores Jorge "Tigre" Acosta, Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo, Néstor Savio, Antonio Pernías, entre otros.

Algunos de los delitos que se les imputan son las desapariciones de las monjas francesas Leónie Duquet y Alice Domon, el periodista Rodolfo Walsh y las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, Esther Ballestrino de Careaga y Ana María Ponce de Bianco.

Política&Medios dialogó con uno de los testigos que declarará mañana, Víctor Basterra, quien se mostró a favor de unificar los procesos por delitos de lesa humanidad al explicar que “está mal este desmembramiento de las causas y juzgar a 17 o 18 tipos. Yo personalmente puedo denunciar a más 80 tipos, pero son como 400 o 500 los involucrados”.

“Tendría que haber juzgados especializados, no se trata del robo de una gallina, esto fue un genocidio. Un mismo juzgado no puede investigar a un tipo que robó a un banco y a otros que secuestraron, torturaron y desaparecieron a miles de personas”, dijo para fundamentar la necesidad de crear tribunales especiales para delitos de lesa humanidad.

“Los jueces nunca dan garantías, no quiero hacer generalizaciones, pero son muy permeables a las presiones del momento político”, agregó Basterra, aunque al mismo tiempo destacó que “nosotros (los organismos de derechos humanos y los luchadores sociales) tenemos una persistencia de tal magnitud, que a pesar de los 30 años que han pasado con todo tipo de impedimentos, no nos han podido frenar en la búsqueda de justicia”.

Sobre la actitud desafiante de Aztiz, quien el mes pasado durante su indagatoria llegó a amenazar al tribunal, Basterra consideró que el represor pude actuar de esa forma porque “tiene un fuerte respaldo de una franja grande de la Armada y de parte de la sociedad que todavía cree en la teoría de los dos demonios y en que sólo hubo ‘excesos’ ”.

“Se hacen los machos porque saben que nos les van a tocar el culo así nomás”, afirmó el testigo y ratificó que todos los ex marinos que están siendo juzgados “eran partícipes necesarios de una maquinaria montada para secuestrar gente, matar, robar cosas y hacer transacciones financieras con los bienes de los compañeros”.

Basterra fue secuestrado el 10 de agosto de 1979 por un grupo de tareas de la ESMA que entró por los techos de su casa en Valentín Alsina. También se llevaron a su compañera de entonces, Dora Laura Seoane, y a su hija, María Eva, que tenía tan sólo dos meses y diez días de vida. Ellas fueron liberadas una semana después, pero él siguió detenido en la ESMA hasta el 3 de diciembre de 1983, una semana antes de que asumiera Raúl Alfonsín.

Otros testigos. Ana María Careaga y Carlos Muñoz ya prestaron sus testimonios esta semana en el proceso que se lleva a cabo en los tribunales federales de Comodoro Py. En la sala, se encontraban los imputados Ricardo Cavallo, Néstor Savio y Antonio Pernías, acusados junto a otros 15 represores por la muerte y desaparición de 85 personas.

Careaga, que es la directora del Instituto Espacio para la Memoria (IEM) fue detenida ilegalmente cuando tenía 16 años y llevada al centro clandestino El Atlético, donde estuvo cuatro meses.

Durante su exilio en Suecia, se enteró de que habían secuestrado a su madre, Esther Ballestrino de Careaga, en la Iglesia Santa Cruz y llevada a la ESMA. Su búsqueda concluyó el año pasado, cuando encontró sus restos junto con otras dos de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor y María Ponce de Bianco.

“Yo fui brutalmente torturada por mi militancia. Mi mamá no me paró de buscar ni un minuto. Las madres de los desaparecidos se agruparon espontáneamente por el mismo dolor. Supimos lo que le había pasado porque varios testigos la vieron la Escuela de Mecánica”, declaró la testigo.

Además, presentó una reconstrucción de las instalaciones del casino de oficiales de la ESMA, donde funcionó el centro de detención. “Trabajamos mucho en un proyecto de investigación para entender que es lo que les pasó a todos los detenidos”, explicó frente al Tribunal Oral Federal Nº 5, conformado por Oscar Hergott, Daniel Obligado y Ricardo Farías.

Carlos Muñoz, en tanto, fue detenido el 3 de junio de 1976 en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal y dos años después, el 21 de noviembre de 1978, comenzó su cautiverio en la ESMA, que concluyó en 1980.

Muñoz reconoció a desaparecidos y dijo que hasta vio a algunos con vida: “Conocí a todo el grupo Villaflor. Una noche Cavallo viene con tres rollos de microfilm y me pide que busque los casos Osatinsky, Pirles y Martí, tres mujeres liberadas que había hecho denuncias en Francia. En esos rollos estaban todos los legajos de los que habían pasado por la ESMA”.

“Tuve la dimensión del horror de lo que se había vivido. Busqué a Amelia, la que había sido mi compañera en el 77 hasta su desaparición. La encontré y en su legajo también estaba escrito su traslado”, agregó.

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